98 – Tormenta de nieve.
Carballo se despertó sobresaltado de la siesta, creyendo que
lo soñado era real de tan cierto como le pareció el sueño, apenas pudo creer
que todo lo había soñado en realidad, Cachemir estaba dormido sobre su pecho
agarrado al edredón, fuera nevaba copiosamente, las ventanas del tejado de la
buhardilla estaban casi totalmente tapadas por la nieve y en la terraza
comenzaba a acumularse una gruesa capa de nieve, los radiadores estaban
encendidos y de la planta de abajo subía por la escalera el calor de la
chimenea del salón y un suave olor a leña quemada, realmente era un sueño lo
que había soñado?, al cabo de un momento pensó si no se trataría de un sueño
premonitorio y abrió internet en el móvil, ni rastro de la noticia, no había
habido ninguna masacre en el metro de Madrid, volvió a consultar al cabo de un
rato y nada, menos mal, el tremendismo de Carballo y el miedo al moños le había
llevado a esa fantasía salvaje que acababa de soñar, se quedó más tranquilo, no
pasaba nada, seguramente todo eran elucubraciones suyas y resultado de su manía
persecutoria, tal vez el propósito del moños al buscarle fuera totalmente inocente,
pero aquella foto de Facebook le delataba, aparecía con alguien conocido por
Carballo y era muy revelador que estuvieran juntos, pero Carballo no era capaz
de establecer el nexo de unión aún, esperaba que aquella calma y aquel silencio
del pueblo le ayudaran a aclarar el misterio, fuera soplaba un viento
huracanado como de película de terror, súbitamente se sintió algo desprotegido
en aquella soledad del pueblo, si le localizaban estaba perdido, una
contraventana comenzó a golpear por efecto del viento y pensó que alguien
estaba intentando entrar a la casa, bajó hasta el vestíbulo y no oyó nada,
decidió no obstante abrir la puerta para contemplar la tempestad y cuál no
sería su sorpresa cuando ante la mirada atónita de Carballo y de Cachemir
vieron junto a la puerta dos perritos que intentaban refugiarse del frío en el zaguán
encogidos de frío, seguramente habrían sido abandonados y se habían perdido en
el valle, tan pronto vieron que la puerta se abrió miraron al Comisario
Carballo y se metieron dentro sin pedir permiso, estaban encharcados, Carballo
fue a por una toalla al baño y los secó como pudo luego les indicó que le
siguieran al piso de arriba a la chimenea, el perrito subió sin problemas pero
la perrita era muy pequeña y los peldaños de la escalera eran demasiado altos
para ella, le miró pidiéndole ayuda, Carballo la alzó en brazos y la subió al
salón, allí se quedaron los dos sobre la alfombra secándose delante del fuego de
la chimenea, Cachemir se arrebujó en su cestita como queriendo marcar su
territorio y que no le invadieran, el perrito era pelirrojo de tamaño mediano con
cara de simpático y la perrita tenía una mirada muy dulce y parecía de raza,
Carballo pensó que era perrita porque llevaba en lo alto de la cabeza una
coleta con un lacito rosa, tenía el pelo blanco muy largo, los dos parecían muy tristes
y desolados, en cuanto estuvieron junto a la chimenea se quedaron dormidos con
un sueño profundo, parecían agotados de cansancio, Carballo puso la tele por ver si decían algo del atentado
con el que había soñado pero no dijeron nada, todo eran debates entre políticos
y periodistas chillones, dentro de poco tiempo habría elecciones y el patio
andaba muy revuelto con tanta corrupción, desde el campo todo se veía tan
diferente a la ciudad, aquí la vida se adelgazaba hasta lo esencial, pensó
Carballo, y lo esencial era la nieve, dos perritos perdidos en la borrasca y un
gatito que se calentaban frente a una chimenea, y el Comisario Carballo que
según pasaba el tiempo se preguntaba si había hecho bien de confinarse en aquel
monacal retiro de su casa del pueblo, por cierto, se dijo Carballo, y ahora qué
voy a hacer con estos dos nuevos inquilinos?
(continuará)
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