jueves, 26 de febrero de 2015

La lectura del fin de semana. Ciudad de cristal. Paul Auster. 1985.



El azar y la ciudad


Es la primera historia de Trilogía de Nueva York, muy pegada a la esencia newyorkina, se transporta uno a Manhattan, se lee bien, resulta curiosa la historia pero no creo que te aporte gran cosa fuera de su originalidad, de su sorpresa, de su anticonvencionalismo literario, de su inconveniencia tal vez, los nuevos autores pretenden ser con frecuencia inconvenientes, Houellebech, Auster…, más el primero que el segundo por aquello de ser más nuevo, cuando terminé de leer la historia sentí una especie de euforia, de subidón, pero ahora, pasados ya unos días, me doy cuenta que no ha dejado nada dentro de mí, tenía ganas de llegar al final por la tensión que crea el autor llevando al protagonista al límite, muy Highsmith también, Las dos caras de enero, aunque esta autora es más netamente policíaca y Auster es más puramente literario en cuanto no adscrito a ningún género, si bien esta historia es un tanto detectivesca al menos en su pretexto, se siente uno identificado con el protagonista y su obsesivo destino que puede ser el de cualquiera, la soledad absoluta, la desconexión de la realidad, el abandono de la vida, más o menos por ahí iba también otro libro del mismo autor, La invención de la soledad, siempre de una manera un tanto esquemática y con un entramado de puzle, muy de novela negra, Auster nos va guiando a través del texto con el leitmotiv de sus encadenadas sorpresas, de su suspense, muy visual por otra parte en sus descripciones, un narrador muy eficaz, algo filosófico en su trasfondo existencial, cinematográfico incluso, la literatura debe mucho al cine, y la literatura policíaca especialmente, de ahí el toque que tiene al discurrir además en el plató cinematográfico por excelencia, la ciudad de Nueva York.
Siempre acabo diciendo lo mismo, no es Thomas Mann, ni Marcel Proust, no llega a la cumbre, y ahora me pregunto, vale la pena escribir sin llegar a la cumbre? La cumbre…, ése deseado nirvana...

El paseante


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