El azar y la ciudad
Es la primera historia de Trilogía de Nueva York, muy pegada
a la esencia newyorkina, se transporta uno a Manhattan, se lee bien, resulta
curiosa la historia pero no creo que te aporte gran cosa fuera de su
originalidad, de su sorpresa, de su anticonvencionalismo literario, de su
inconveniencia tal vez, los nuevos autores pretenden ser con frecuencia
inconvenientes, Houellebech, Auster…, más el primero que el segundo por aquello
de ser más nuevo, cuando terminé de leer la historia sentí una especie de
euforia, de subidón, pero ahora, pasados ya unos días, me doy cuenta que no ha
dejado nada dentro de mí, tenía ganas de llegar al final por la tensión que
crea el autor llevando al protagonista al límite, muy Highsmith también, Las dos caras de enero, aunque esta autora es más netamente policíaca y Auster es
más puramente literario en cuanto no adscrito a ningún género, si bien esta
historia es un tanto detectivesca al menos en su pretexto, se siente uno
identificado con el protagonista y su obsesivo destino que puede ser el de
cualquiera, la soledad absoluta, la desconexión de la realidad, el abandono de
la vida, más o menos por ahí iba también otro libro del mismo autor, La
invención de la soledad, siempre de una manera un tanto esquemática y con un
entramado de puzle, muy de novela negra, Auster nos va guiando a través del
texto con el leitmotiv de sus encadenadas sorpresas, de su suspense, muy visual
por otra parte en sus descripciones, un narrador muy eficaz, algo filosófico en
su trasfondo existencial, cinematográfico incluso, la literatura debe mucho al
cine, y la literatura policíaca especialmente, de ahí el toque que tiene al discurrir además en el plató cinematográfico por excelencia, la ciudad de
Nueva York.
Siempre acabo diciendo lo mismo, no es Thomas Mann, ni
Marcel Proust, no llega a la cumbre, y ahora me pregunto, vale la pena escribir
sin llegar a la cumbre? La cumbre…, ése deseado nirvana...
El paseante
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