Iba a Arco todos los años, pasaba un frío terrible cruzando
la explanada del palacio de exposiciones pero iba siempre, año tras año, desde
sus comienzos, hace muchos años en la Casa de Campo y después en el parque
Ferial, progresivamente aquello dejó de tener interés por las obras expuestas y
seguí yendo más que nada por ver el ambiente, la gente, muy particular, los
disfraces más que vestimenta que llevaban, esas gafas, esos pelos, esa forma de
hablar, de mirar, ese envanecimiento fútil, esa especie de esnobismo bohemio
que no dejaba de sorprenderme como un mensaje sin contenido fuera del más
genuino narcisismo, la obra expuesta cada vez era más una pura engañifa, hacía
reír más que disfrutar con su contemplación o hacer pensar, o emocionarte, en
ocasiones no hacía ni reír ni llorar, pasaba a paso ligero por los stands, oía
las conversaciones entre los entendidos, cómo los galeristas convencían de las
bondades de un artista o de una obra a un adinerado visitante, ésa era otra,
también se veía gente de posibles, señorones y señoronas que iban a invertir
demostrando entre tanto pobretón con pretensiones su poderío económico.
Pasados los años dejé de ir, seguía Arco por los reportajes
en prensa y televisión, por las opiniones, cada día iba a peor, si el arte es
eso líbrenos Dios de semejante espectáculo, me parece puro negocio,
especulación, marketing, sin nada detrás, con frecuencia se dice que este tipo
de opinión que manifiesto parte de una incapacidad de comprender las nuevas
tendencias artísticas, no sé, pero me pregunto, y quién es capaz de comprender
eso salvo cuatro diletantes que se creen la sal da la tierra?, el arte no puede
estar tan alejado de la gente porque el destinatario de todo el arte, sea el
que sea, no es otro sino el público en general, en mayor o menor medida, pero
el público en definitiva, es como si se programara teatro en chino, o películas
invisibles, o se hiciera música silente, el arte, debe ser inteligible y no
indescifrable culpando encima de la incomprensión al espectador en lugar de al
supuesto artista.
El paseante
p.d.- el cuadro que he elegido de Santiago Rusiñol es la antítesis de lo que se puede encontrar en Arco.