Nuestra existencia transcurre en una
constante lucha entre la vida y la muerte. El planteoamiento desde el
psicoanálisis es que esa lucha se libra entre la pulsión de vida (Eros) y
la de muerte (Tánatos).
¿Podríamos preguntarnos entonces qué
es la pulsión, como así también quién gana esta batalla?.
En el ámbito de lo humano no
hablamos de instinto porque el mismo atañe al mundo animal y como las
personas estamos atravesadas por el lenguaje, la cultura y sus
diferentes producciones, el instinto se pierde, queda desdibujado porque
tiene que ver con lo natural, lo biológico. Los humanos somos seres
sumamente complejos y sólo desde una perspectiva biológica no es
suficiente el abordaje. El psicoanálisis plantea el concepto de pulsión
y el mismo tiene que ver con la sexualidad, con Eros, como así también
con Tánatos. Nuevamente vida y muerte. Sexualidad que es mucho más
compleja que en los animales donde casi todo está comandado por el
instinto.
Hay una fuerza que nos empuja hacia
la vida, la supervivencia, el amor, el deseo. La otra, que es una
fuerza similar, nos impulsa al sufrimiento, al dolor, a autodestruirnos,
se trata de la pulsión de muerte.
Sigmund Freud, el creador del
psicoanálisis, plantea que algunas personas tienen más predisposición
para el sufrimiento que para la felicidad y esto mismo está relacionado
con la pulsión de muerte y con algo que tiene que ver con el masoquismo,
no el que está del lado de la perversión sino eso que está en nuestro
interior y nos hace sufrir. En las más de las veces se trata de
cuestiones fantasmáticas, pues es desde allí, desde nuestros propios
fantasmas, desde donde miramos el mundo y nos miramos a nosotros
mismos. Es como una lente a través de la cual podemos ver a veces de
color rosa y otras lo vemos todo negro. ¿Se acuerdan del vaso medio lleno
o medio vacío? Entonces, aquella tan famosa realidad de la que todos
hablamos no es para nada algo objetivo sino que tiene que ver con la
perspectiva desde donde miramos.
Retomando la pregunta de quién gana
la batalla, es evidente que es ganada por la muerte; mal que nos pese,
no somos eternos, y ésta es una de las más grandes heridas a nuestro
narcisismo. Sería imposible pensar la vida como algo infinito. Aunque
hay personas que transitan por ella creyendo que sí lo son, perdiéndose
así la ocasión de vivir HOY, SOLO POR HOY, pues éste es el día mas
concreto y tangible, ayer ya pasó, pudo haber dejado sus marcas, algunas
buenas otras no tanto, pero ya no está mas. Mañana está por venir pero
por más que lo deseemos no tenemos ninguna garantía de su llegada.
Somos mucho más vulnerables de lo que creemos.
Los grupos de autoayuda para
personas que tienen problemas con el consumo de alcohol, drogas, comida,
tabaco, etc. proponen esta filosofía:
Sólo por hoy
1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día,
sin querer resolver el problema de toda mi vida de una vez.
2.
Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis
maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a
nadie, sino a mí mismo.
3.
Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la
felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las
circunstancias se adapten todas a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura;
recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo,
así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, sólo por
ejercicio; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que
nadie se entere.
8.
Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré
cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la
prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias demuestren
lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si
nadie existiera en el mundo.
10. Sólo por hoy no tendré miedo, trataré especialmente de no tener
miedo, de disfrutar de lo que es bello y creer que del mundo he de
recibir de acuerdo a lo que dé.
Aunque nos resulte doloroso, y
corriendo el riesgo de caer en cosas ya conocidas, vale el esfuerzo de
detenernos a pensar, al menos por unos momentos, en que hay diferentes
formas de morir.
No es lo mismo cuando una persona
muere luego de haber tenido una vida en la que pudo disfrutar de algunos
momentos de felicidad, serenidad, algunos logros ya sea en lo laboral,
lo familiar, lo personal. Haber amado alguna vez y dado todo por ese
amor, haberse emocionado algunas otras, haber aprendido algo de la
propia experiencia. En síntesis haber puesto en juego su deseo y
entonces morir en la ancianidad viendo crecer a los nietos, o al perro, o
a las flores, o a quien fuere.
Digo entonces no es lo mismo a
cuando la parca arrasa con todo a los comienzos o en la mitad de la
vida, por ejemplo con un ataque cardíaco o una de esas enfermedades
fulminantes, que conllevan un inmenso sufrimiento tanto para quien las
padece como para quienes aman a esa persona.
No es lo mismo el
suicidio, o la muerte que se da por un accidente, o un atentado.
Como también son distintos los casos
de aquellos que se matan día a día con el consumo de drogas y tantas
otras cosas, o el caso de aquellos que consumen tabaco compulsivamente, o
alcohol. En fin, diferentes maneras de llenar el vacío que hace a la
propia existencia y que puede conducir al sujeto a la muerte. Aunque
hay tantos que estando vivos parecen muertos.
Podríamos preguntarnos también en el
caso de los llamados accidentes cuanto hay de lo azaroso y cuanto de lo
autodestructivo en juego, ya que es de público conocimiento por ejemplo
en los accidentes de tránsito que en muchas ocasiones quién debe
conducir se sube al auto luego de haberse tomado hasta el agua de los
floreros. Otros conducen intoxicados ya sea por el consumo de drogas
ilegales o por estar empastillados con psicofármacos y no estoy hablando
de los más jóvenes que es en quién casi siempre recaen las culpas.
Hay varias maneras de lidiar con lo
autodestructivo que nos habita. Cada uno de nosotros tiene la
posibilidad de encontrar más de una razón para levantarse por las
mañanas, aunque tengamos sueño, o un día largo por delante plagado de
responsabilidades.
¿Qué nos aleja de
la muerte? ¿Con qué armas peleamos la vida?
Una de las armas o herramientas
infalibles es el humor. Otras son el amor, el placer, el deseo, el
optimismo, esa alegría de vivir, por el solo hecho de estar vivos,
despertarnos y ver salir el sol. También si está nublado o hace frío o
llueve es posible ser feliz. Si bien es cierto que el tango dice “…que
ganas de llorar en esta tarde gris…” tampoco es cuestión de hacer del
tango una filosofía de vida.
El buen sentido del humor como la
risa nos alivian la carga, esa cruz que más o menos pesada todos
cargamos, porque es parte de este viaje. No me atrevería a afirmar que
nos salva, no lo sabemos, pero lo que es posible es que nos ayude a
cicatrizar algunas heridas, como así también nos permitirá quitarle a la
vida ese tono dramático, trágico que nos ha sido trasmitido tanto desde
lo cultural como lo religioso, en particular desde la tradición
judeo-cristiana.
El valle de
lágrimas, ¿se acuerdan?
En algunas familias también se han
encargado de transmitirle a sus miembros ese “sentido trágico de la
existencia”, debido a la propia frustración e infelicidad.
Esta cuestión del buen humor además,
es una manera de hacerle la vida más bonita a quienes nos rodean. No
es mejor acaso recibir a alguien con una sonrisa que con cara larga. No
es acaso más llevadero lo que tenemos por delante si nos tratamos con
respeto, con afecto, con sinceridad. Con un por favor, perdón y
gracias. Esto se traslada a los diferentes ámbitos de nuestras vidas,
trabajo, pareja, familia, amigos, vecinos, etc.
Bien sabido es
que la risa alivia muchas tensiones y previene enfermedades.
También hay en juego una cuestión
química ya que las endorfinas que se liberan cuando reímos, colaboran a
elevar las defensas y de esa forma nos permiten alejar las enfermedades.
Una persona melancólica está a
expensas de cualquier bicho de los tantos que pululan allí afuera,
llámense virus, bacterias, hongos, o malas gentes.
Recuerdo un poema de Mario Benedetti que
dice asi:
Defender la
alegría
como
una trinchera
defenderla del caos
y de las anestesias.
De los falsos suicidas
y de los homicidas
y del dolor de estar
absurdamente alegres.
Una pregunta posible sería: ¿cómo
atravesar esas barreras que no nos permiten la felicidad?
En algunas familias los modelos
transmitidos fueron de infelicidad, sufrimiento, dolor. Vale la pena
hacer el esfuerzo de intentar día a día romper con eso y aunque no sea
una tarea sencilla, todos tenemos la posibilidad de hacer una
revolución en nuestras vidas e ir más allá de esos modelos que tanto nos
marcaron. Tenemos el deber de esforzarnos en ser felices, pues la vida
nos da ocasiones a cada instante para serlo. Es una pena dejarlo pasar
y dejar de esa manera pasar la vida sin atrevernos a vivirla de una
manera más digna.
Si no es posible, si tanto nos
cuesta, el psicoanálisis tiene muchas herramientas para ayudarnos en el
intento, siempre y cuando estemos dispuestos a hacerlo. Lo antedicho
no es solamente una invitación a la lectura de la obra de Freud, que es
algo apasionante y enriquecedor aunque un tanto complicado a veces. Es
en realidad una propuesta, si lo consideran oportuno, la de recostarse
en el diván de un analista y ponerse a trabajar ya que la felicidad es
posible, no es una utopía y si así lo fuera, que importa, como dice
Serrat, “…sin utopías la vida sería un ensayo para la muerte…”
Margarita Fernández
Psicoanalista
Comentario sobre el texto: la cabrita loca no pone acentos porque no sabe cómo hacerlo, no porque no sepa qué palabras lo llevan, y es que aunque sea cabra es muy culta, como puede apreciarse por la calidad de sus textos y de sus pensamientos. Gracias cabra una vez más, sin ti el blog no sería el mismo.