martes, 28 de abril de 2020

Los calamares en su tinta de mi madre (repetición).

lunes, 12 de marzo de 2012


Los calamares en su tinta de mi madre.


Deliciosos, simplemente deliciosos, mi plato favorito entre los favoritos, de los de mi madre, una gran cocinera, ya quisiera Ferrán Adriá, y todo bien construido, sin tener que deconstruir nada...
No estoy contra la nueva cocina, por supuesto, Ferrán Adriá me parece simplemente un genio, incomprendido en su tierra como siempre pasa en esta país, pero un genio.
Lo que sucede es que mi madre es aún mejor, seguro, aunque no haya comido nunca en el Bulli lo sé, no me preguntéis por qué lo sé pero lo sé.
Los sabores, los olores, las texturas, todo eso queda fijado en nuestra mente en la infancia, eso lo explicó maravillosamente Proust entre otras con la anécdota de la famosa madalena.
Pues bien, para mí los sabores de la cocina de mi madre son algo inamovible, en ningún restaurante se come tan bien como en casa de mis padres.
Los calamares en su tinta los hace mi madre con la receta de mi abuela, y así están, sublimes, y la preparación no es cualquier cosa, me lo ha contado mi madre y hacerlos es todo un arte.
En la foto no han salido muy favorecidos, cosas de la cámara da mi móvil, pero el caso es que no puedo repetir la foto hasta que los vuelva a hacer mi madre, y es que ayer los comí y los cené, al irme de casa de mis padres donde comí ayer estos suculentos calamares, mi madre me preparó la consabida tartera y al llegar a casa me los zampé, me faltó tiempo, casi ni los calenté, o sea, que ya no existen.
Soy adicto a los calamares en su tinta de mi madre, no sé si una adición tan rara tendrá cura, para mí son como las madalenas mojadas en té eran para Marcel Proust, algo que reaviva el pasado y lo hace volver al presente, los calamares en su tinta de mi madre me trasponen a mi infancia.
Bueno, seguiremos informando sobre otras delicias culinarias de mi mamá, os lo garantizo, porque bien sabéis que me gusta teneros informados.
No os perdáis detalle que continuaremos with my mother specialities.
Por cierto, los calamares en su tinta van acompañados de arroz blanco hervido (de morirse).
¿Os apetecen?
Besos,

Los calamares en su tinta

Puff, risto mejide opinando sobre las residencias de mayores.




Puff, risto mejide opinando sobre las residencias de mayores, alucino, durante dos años trabajé con residencias de ancianos, centros de mayores y centros de discapacitados, cuando llegué me quedé aterrado, simplemente era un puro ignorante, no sabía a qué me enfrentaba, me llamaban de madrugada los directores de residencia anunciándome que un mayor se había suicidado, que un discapacitado se había fugado, que había una intoxicación alimenticia en un centro, que un sindicato había ido a un periódico a denunciarnos por cualquier tontería, que la oposición hacía una pregunta parlamentaria, durante dos años me sentí sin vida propia, iba a comer con mis padres los fines de semana y dejaba el móvil en silencio boca abajo sobre el mantel, a la salida, de camino al autobús, miraba el móvil, solía tener más de 20 llamadas perdidas como media, mi jefe me llamaba haciendo la compra en Carrefour a las 9, o a las 12 de la noche ya durmiendo, sentado en el wáter, sentado en el teatro un sábado por la noche, daba igual, no tenía vida, no dormía, no vivía, no era yo.
Yo viví lo que son los servicios sociales, es algo muy complejo, si uno no profundiza en el tema y lo vive, no debe opinar, porque manipularía de manera frívola y demagógica la realidad. Es un tema complejísimo, desbordante, en el cual muchos trabajadores se dejan la piel diariamente, no hay que hablar por hablar desde la ignorancia para no ser terriblemente injusto con miles de profesionales y alarmar a las familias injustificadamente.
La Administración y sus profesionales tienen rigurosísimos controles sobre la actividad de estos centros, lo viví, me consta, lo acredito, hay un componente vocacional en su profesionalidad 100%, una empatía absoluta, insisto, lo viví, lo acredito, me sentí pequeño frente a ese servicio esencial que prestan, me sentí nada, no opines sobre lo que no sabes porque haces daño y generas un terrible malestar injusto, no hables por hablar, documéntate.

El paseante

(p.d.- no quiero comparar a nadie con la lagartija que vive en mi casa de pueblo de la Alcarria (la de la foto), adoro a esa lagatija, es de mi familia, perdona lagartija, si alguien es pequeño como tú e insisnificante, soy yo, como me sentí en mis dos años en servicios sociales, pequeño ante la grandeza y generosidad de sus profesionales, sus usuarios y sus familias).