lunes, 2 de febrero de 2015

A la tarde regresó Bruttini de la manifestación (Un asesino en las calles 89).




89 - A la tarde regresó Bruttini de la manifestación.

A la tarde regresó Bruttini de la manifestación, el chico venía entusiasmado, no le salían las palabras, se encontraba en un estado realmente febril, todavía llevaba el uniforme de policía puesto y la cara arrebolada por la pasión, estaba realmente encendido, a Carballo le impresionó verle así, él no conocía a ese Bruttini, tenía la pasión de un revolucionario, la sangre le hervía realmente en las venas, rápidamente se apoyó en los barrotes de los pies de la cama y como si estuviera en un púlpito comenzó a arengar a Carballo contándole todo lo sucedido en la manifestación:

-          Comisario, ni siquiera la manifestación del Orgullo Gay reúne a tanta gente, imagínese!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Bruttini era un ingenuo, aún creía en los reyes magos, era, al igual que los líderes de Podemos presa de un síndrome, el síndrome juvenil, pero de verdad pensaba que se arreglarían de una vez las cosas?, tantas veces los españoles habíamos pensado que se arreglarían las cosas y al final volvía todo al punto de partida, el desencanto, pero cómo intentar explicarle todo eso a Bruttini mientras arengaba a Carballo a los pies de su cama fuertemente agarrado a los barrotes de hierro que sujetaban el cuadro médico de Carballo, ése que todo el que entraba para administrarle algún tratamiento miraba detenidamente como si allí estuviera escrita la esencia del alma de Carballo en lugar de un montón de cifras y nombres ininteligibles. El chico seguía y seguía, cada vez se calentaba más, la actitud calmada de Carballo parecía exacerbar aún más su ánimo, de la habitación de al lado pasaron para pedir que bajara la voz, se había despertado al vecino convaleciente, Bruttini entonces bajó el tono de voz y eso hizo que automáticamente su discurso fuera menos exaltado y se moderara, por lo visto había estado cubriendo labores de vigilancia en el Círculo de Bellas Artes de la calle Alcalá, allí estaba reunida la plana mayor de Podemos dando entrevistas a los medios antes de la manifestación, según contaba Bruttini cuando salió Pablo Iglesias a las 12 de la mañana para encabezar a la multitud que abarrotaba todo Madrid (todo Madrid, decía Bruttini), pues entonces pasó Pablo (Pablo, decía Bruttini, sin el apellido) por delante de él y al mirarle le sonrió y aquí empezaba una especie de idilio entre Bruttini y su Pablo, que si es más alto de lo que parece, que si es más guapo que en la tele, que si tiene una cara  de buena persona increíble, que si es una persona humilde, que si…, que si…, que si… El mito estaba servido, estaba claro, al menos para Bruttini, después de toda esta perorata Bruttini estaba tan emocionado que por un momento pareció que iba a llorar, pero se contuvo, paró de hablar por un momento, tragó saliva y con los ojos llorosos por la emoción contenida dijo: Comisario, sabe cuántas televisiones de todo el mundo estaban acreditadas? (acreditadas, eso dijo Bruttini), pues 500.
Luego hubo un tenso silencio, Carballo entre los efectos de su supuesta amnesia notó que no estaba incluida su capacidad de reírse porque soltó una estruendosa carcajada que sonó como un disparo en el silencio del hospital, de la habitación de al lado volvieron a pasar para quejarse, eran un poco chinches, eso parecía, no se podía ni hablar con esa gente pared por pared. Bruttini había perdido la cabeza de la emoción, era evidente, el resultado de la carcajada fue interpretado por Bruttini como un estornudo y se fue inmediatamente a buscar a la enfermera pensando que Carballo se estaba acatarrando. En cuanto salió Bruttini de la habitación Carballo no pudo contener por más tiempo la risa y comenzó a desternillarse, no podía parar, todo aquello era tan cómico que flipaba, serían aún los efectos de la droga que le habían puesto en el whisky?, el chico había perdido la cabeza o qué? Bueno, mejor sería no decirle nada ni contradecirle, no quería enemistarse, se supone que a partir de ahora le iba a necesitar, iba a necesitar que le cuidara, resistiría Carballo que le cuidara Bruttini realmente o pondría fin antes de tiempo a la pantomima de sus secuelas? Carballo comenzó a dudar de su paciencia. Cuando entró Bruttini otra vez dijo: ahora viene la enfermera Comisario, por cierto, le he traído una cosita de la mani, mire… Y sin tener tiempo a decir nada le colgó a Carballo una chapa de Podemos del cuello.

(continuará)


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