36 – Ser crossdresser
no es algo fácil
Mucho lío ser crossdresser, te complica la vida, las mujeres
tienen mucho trabajo en lo del arreglo personal, eso pensó el Comisario
Carballo, y además dedican mucho tiempo a su aspecto, cuando salió del portal
de un brinco por poco se cae en plena Gran Vía, un viandante le sujetó por el
brazo y le sonrió pícaramente, Carballo pensó que sería gay, hasta que se dio cuenta
de que él en ese momento era mujer, le devolvió tímidamente la sonrisa no fuera
a resultar comprometedor y siguió su camino hacia la tienda de pelucas, se iba
mirando en los escaparates, la palabra era, por qué no decirlo?, distinguida,
tenía tanto siendo hombre como siendo mujer una elegancia y un empaque muy
especiales, tenía clase, y esas cosas se notan, llamaba la atención más como
mujer que como hombre, o esa impresión le daba, tal vez porque los hombres
miran más abiertamente y con más descaro a las mujeres. Al cruzar la Plaza
Mayor los camareros de las terrazas la tomaron por una turista y la ofrecieron
mesa, ella declinó el ofrecimiento con una suave sonrisa de gran dama que pasa
dejando a su paso una estela de inconfundible e inolvidable glamour, ella era
el glamour, sin dudarlo. Llegó a la pequeña tienda de pelucas y el dependiente,
un jovencito apocado con la cara llena de granos y un traje algo grande para su
talla, la atendió respetuosamente, deben estar acostumbrados a las crossdresser
pensó Carballo, se compró una peluca rubia de pelo corto rizado, pelo natural
por supuesto, nada que ver con el sintético, el dependiente le dijo que las
pelucas de pelo natural daban menos calor. Al mirarse en el espejo se dio cuenta
de que algo fallaba, eran las cejas, el Comisario Carballo tenía unas pobladas
cejas de color oscuro, parecía el mudo de los hermanos Marx, bueno, en realidad
parecía un cruce entre Harpo y Groucho, se dijo que algo tenía que hacer, no
podía teñírselas y aparecer así en la Comisaría, tampoco podía depilárselas, el
caso era que la peluca le entusiasmaba, se veía como Kim Novak con ella puesta,
Kim Novak tenía también las cejas pobladas y oscuras pero las llevaba depiladas,
además él tenía la misma espalda que Kim, estaba claro, su fuerte era la
espalda, de vértigo, ahora con aquel vestido rojo lo había visto claro, debería,
siempre que fuera posible, lucir la espalda, y su talle, qué decir de su talle…,
su cintura, y sus piernas, qué decir de sus piernas…, el Comisario Carballo
estaba aún más enamorado de él como mujer que como hombre, si es que eso es
posible, claro.
Volvió con la peluca puesta y el sombrero panamá encima a su
casa, se sentía como una verdadera diosa, le parecía que todo el mundo le
admiraba, si bien él no se fijaba en nadie para no dar pie a malentendidos, su
reino no era de este mundo.
Según iba llegando al portal de su casa le pareció ver a
alguien esperando en la puerta, según se iba acercando vio con más claridad la
figura, una mujer de mediana estatura morena con melena, el portal estaría
cerrado, el conserje estaría comiendo, la mujer insistía en llamar al
telefonillo automático pero nadie la contestaba, al llegar más cerca la sangre
se le heló, quedó petrificado, la mujer era su amiga Bety, la bruja, pero qué
coño pintaba llamando a su telefonillo, se había presentado por las buenas en
Madrid, sin avisar, algo muy suyo, Carballo se dio cuenta de que podría
reconocerle fácilmente siendo además bruja, pero qué podía hacer, Bety era la
perseverancia en persona y no se movería de la puerta hasta que diera con él, y
él no podía estar dando vueltas todo el día con esos tacones de aguja que le
estaban matando, decidió ir hasta el portal y entrar, al cruzarse con ella Bety
le miró de arriba abajo y se dirigió a él sonriente, Carballo pensó que estaba
perdido, le había reconocido sin duda. Entonces, mientras se le nublaba la
vista oyó cómo Bety le decía:
-
Perdonáme señora, vos conocés al Comisario Carballo?
(continuará)
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