37 – Ring ring,
suena el móvil
Carballo contestó, impostando la voz, que no tenía el gusto
de conocer al Comisario Carballo, entonces Bety le preguntó si la dejaba pasar
para esperarle dentro del portal, él le dijo que sin problema e instintivamente
la cedió el paso como todo un caballero, de repente se dio cuenta de que él era
en realidad una señora y para no hacerla sospechar irrumpió bruscamente él el primero.
Bety se sentó en el banco que había en el portal y comenzó a
manipular el móvil, Carballo la observaba mientras esperaba el ascensor, de
repente se dio cuenta de que seguramente iba a llamarle al móvil que llevaba en
el pequeño bolsito de mano, sintió un pánico tan enorme que creyó se iba a desmayar,
estaba temblando y sudaba, el ascensor no acababa de llegar, era muy antiguo y
renqueaba, lo mismo estaba ocupado o retenido, o averiado… Entonces Bety acercó
el móvíl a su oído, iba a sonar, iba a sonar, iba a sonar…
Por sorpresa, cuando todo parecía perdido ya, apareció el
viejo ascensor descolgándose como desde el cielo o más bien desde el infierno
por el ruido que siempre hacía al llegar al portal, como si se estrellara
contra el suelo una cesta llena de platos, seguido de un sonoro alarido como si
la máquina cansada de tantos años de trabajo se quejara amargamente, el móvil
comenzó primero a vibrar y luego a sonar pero no se oyó afortunadamente,
Carballo abrió la cancela de hierro, las puertas interiores de madera, entró y
al ir a cerrar la puerta tras de sí notó que alguien la sujetaba, se volvió
alarmado, era Bety que le preguntaba si podía subir con él, Carballo tembló de
pánico, seguramente se dirigía a su piso a montar guardia en la puerta lo cual
le impediría a él entrar en su casa. Terrible panorama.
-
Perdonáme señora, y decís no conocer realmente
al Comisario Carballo?
-
No le conozco.
-
Pero vos sos su vecina?
-
Llevo poco tiempo viviendo en la finca. A qué
piso va usted?
-
Al undécimo si es tan amable, allá es donde vive
el Comisario, y vos en qué plata vivís?
-
Duodécimo.
-
Justo arriba, increíble que no hayan ustedes coincidido
en el ascensor, qué ché yo, es inverosímil realmente, inaudito, acá la gente
realmente no se conoce, en mi ciudad en Argentina todos nos conocemos al
detalle, imposible ser un desconocido.
-
Ya.
-
Perdonáme la indiscreción señora, conocés vos la
Argentina?
-
No, no he estado nunca.
-
Pues no sabés lo que os perdés, es realmente
linda, muy hermosa.
-
Ya.
-
Por cierto, sublime su perfume, Sanel nº 5, mi
favorito, la alabo el gusto señora. Una última cosa, no nos conocemos usted y
yo?, noto cierta familiaridad en sus rasgos, como si me recordara alguien…
Llegaron al fin al piso de Carballo y Bety se fue hacia la
puerta del piso, Carballo siguió hasta la planta 12 y se puso a esperar que Bety
se fuera, ardua tarea dado lo persistente que era en sus afanes, al cabo de un
largo rato oyó que llamaba al ascensor no sin antes dar unos últimos timbrazos
y golpes en la puerta por ver si al fin la abrían. Cuando el ascensor comenzó a
bajar Carballo bajó lentamente los escalones, introdujo la llave en la
cerradura con sigilo y entró, al cerrar la puerta tras de sí dio un tremendo
suspiro de alivio, pero esa mujer seguiría montando guardia en la puerta hasta
que él apareciera, ya lo pensaría más tarde, en ese momento lo que deseaba con
ansiedad era quitarse todo lo que llevaba encima y convertirse nuevamente en el
Comisario Carballo, pensó que lo mejor era aparecer por el portal al cabo de un
rato con total naturalidad como si se dispusiera a salir a la calle sin más, y
decir que se había tomado un somnífero para poder dormir y no oyó nada.
(continuará)
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