martes, 14 de agosto de 2012

La seducción según la sombra.




Bueno, antes de nada… Feliz cumpleaños, Jota !!! Deseo que cumplas muchos más tan despierto, guapo y elegante. Con esa figura que me hace a mí, tu sombra, tan estilizada y glamourosa. Y como regalito, voy a hablarte de la seducción, que sé que te gusta.
Yo creo que la seducción es el juego por excelencia de los adultos. Es el reino de los sueños, de las promesas, donde todo es posible porque aún no ha ocurrido. De niños nos gusta fingir que somos indios, vaqueros, astronautas, cantantes… y de adultos, aunque de manera menos explícita, también seguimos fingiendo, especialmente el seductor nato como tú. Pero no es algo que le cueste esfuerzo, no, a él le sale de manera natural porque lleva la seducción en sus genes. Y, precisamente, esa seguridad natural que exhibe es su arma más poderosa. Algunas veces fingirá interés, otras veces desinterés. Mostrará cualidades que verdaderamente no posee; dejará de ser la persona que es para transformarse en aquella que la víctima querría que fuera. Todo con el fin de engatusar, de atrapar a su presa para abandonarla una vez conquistada, porque el seductor es, ante todo, un coleccionista. No caza porque tenga hambre de amor, lo hace por el placer de ganar, de sentirse invencible e irresistible. Al seductor le gusta jugar, eso está claro. Y jugará mejor cuanto menos sentimiento ponga en ello, porque el momento en que se enamore de verdad la seducción dejará de ser un juego para él y empezará a mostrar sus cartas. Se volverá vulnerable y perderá. Por eso cuando se atraen dos personas esencialmente seductoras, pueden estar jugando toda la vida. Pero ya sabemos lo que pasa cuando se juega con fuego…que uno corre el riesgo de quemarse. 

La sombra del paseante

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