martes, 14 de agosto de 2012

La respuesta a la seducción.



Gracias por tu felicitación, sombra, y gracias por considerarme un seductor, me halaga, aunque he de decirte que no me considero tal, más bien lo contrario, si seduzco, es, desde luego, involuntariamente. Me resulta, he de confesarlo, algo empalagosa la seducción y además sería incapaz de seducir por seducir y luego abandonar a la seducida, soy muy compasivo, yo me acabaría casando con ella, aunque sólo fuera por no desilusionarla, imagina qué especie de Don Juan soy, un Don Juan de pacotilla.
Pero entremos en materia, en materia de seducción, claro, porque si seductor no me considero, lo que si me considero, sin dudarlo, es presa fácil de la seducción, es decir, mi papel favorito es el de seducido, y es que en mí la imaginación lo es todo y mi especialidad es no ver la realidad sino la realidad inventada por mí, de esta forma me autoseduzco, creando imágenes falsas de los demás, imaginando historias, fabulando, inventando fantasías.
Dices que seducir es involuntario, es lo único de seductor que debo tener, porque no me entero de seducir a nadie, y por eso mismo a veces me llevo sorpresas, pero eso coincide con mi capacidad de autoseducción por alguien, es decir, no vemos sino lo que queremos ver, nos autoengañamos, nos autoseducimos por los demás.
También te digo que si me lo propongo puedo hacer caer la más alta torre, pero para qué proponérmelo, si una vez cobrada la pieza, deja automáticamente de interesarme, ¿será verdad lo que dices...?
Mira, sombra, sombreada sombra, si te he de ser sincero sólo me interesa seducir, a cualquiera, continuamente, sin ton ni son, sin motivo, propósito o intención, digamos que siendo un narcisista sólo si seduces sabes que de verdad vale la pena tanto narcisismo.
Sombra, creo por una vez que tengo que darte la razón.

el paseante a su sombra


No hay comentarios:

Publicar un comentario