miércoles, 29 de agosto de 2012

La dúplica a la añoranza.



No tengo costumbre de utilizar mi turno de dúplica, es la primera vez que hago uso de él, bien lo sabes tú sombra porque siempre te he dejado la última palabra, pero en esta ocasión me has encendido la sangre y no puedo ni quiero dejar de contestare.
Sombra, sombreada sombra, verás, o no me he explicado bien o no me has entendido, como soy un caballero entiendo que no me he sabido expresar.
El pasado se añora porque se desea que se repita, y claro que puede repetirse, en la vida nada es imposible, si bien nunca será igual al 100%, podrá ser parecido, añoro un amor pasado y lo deseo tal cual o muy parecido o algo mejor incluso, imaginemos que es imposible ya con aquella persona pero podrá serlo con otra parecida con la que vivir algo similar, añoro mi infancia, no volveré a ser físicamente niño nunca ya pero podré ser tratado como un niño por alguien, podré sentir ilusión, fantasía, despreocupación.
No sé sombra si ahora me he explicado, se añora más la esencia, la idea que la anécdota.
Añoro luego existo, ese es nuestro lema, añoro ciertos aspectos del pasado porque quiero repetirlos en el futuro, luego deseo repetir ese pasado en un futuro diferente, y ese deseo me impulsa a la aventura de vivir.
En cuanto que sea mejor el deseo realizado que el frustrado pues no estoy de acuerdo, porque la realidad nunca igualará a la imaginación, y el deseo frustrado, en tanto que nunca llega a ser real, nunca se degrada.

el paseante a su sombra


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