Todos los días al salir del trabajo a las tres de la tarde tomo el metro en Cuatro Caminos, línea 1, directa a Tirso de Molina donde vivo, de puerta a puerta, pero no, Madrid es una tentación, y la Gran Vía es la gran tentación de Madrid, así que me bajo dos paradas antes de mi destino, me bajo en la Red de San Luis, contemplo la portada de la antigua joyería Aleixandre, estilo art nouveau, avanzo por la acera de la izquierda hacia Callao y me voy recreando en esa belleza de luz, color y armonía, en ese cielo de un azul único iluminado por el sol más intenso del día, por el sol más intenso del verano, miro a la derecha la belleza de los edificios, me encaro con el edifico Schweppes, echo un vistazo hacia la plaza de España, giro a la izquierda y cruzo la plaza, mucho calor, bajo por el Postigo de San Martín hacia las Descalzas Reales, salgo a la iglesia de San Ginés, subo la la Plaza Mayor, salgo por la calle Toledo, encaro la iglesia de San Isidro, concatedral de Madrid, giro a la izquierda y subo hasta la plaza de Tirso de Molina, lo primero que veo los antiguos almacenes Progreso en la esquina de la plaza, luego la estatua del insigne escritor, me meto en mi portal, subo al ascensor, me bajo, abro la puerta...
Madrid, ciudad de las maravillas, zoco de luz, color, bullicio, incesante vida, sus calles modernas, sus calles antiguas, sus monumentos, su belleza, en este recorrido que hago todos los días paso del art nouveau al modernismo, del cosmopolitismo de comienzos de siglo al neoclasicismo renacentista, y de éste al barroco madrileño, para acabar en unos antiguos almacenes, los primeros de Madrid, de los tiempos de la segunda República, y al fin saludar subido en su pedestal a uno de nuestros grandes genios del siglo de oro.
Madrid, maravilla de Madrid, ciudad única.
el paseante
No hay comentarios:
Publicar un comentario