miércoles, 27 de junio de 2018

El día. Poema.





El día

El día que comprenda todo
Moriré o viviré por fin?
Salta en salpicaduras la verdad
Me mojan y siento un frescor de amanecer
Sobre mi ánimo quebrantado, frágil
Me siento renacer, reencontrarme, volver a ser
Ser algo ya por siempre
Aunque sólo viva un momento
Un momento pero por siempre
Un momento horadado en mi interior
Como una sima de felicidad
Vértigo de mi vida
Explosión de mí que en mí ni cabe
Y salta sobre todo
Despegándose más allá de todo
Desintegrándose en pura belleza
En esa lucha cruel por alcanzarla
Imposible dádiva caprichosa perseguida
Volátil, inconstante, incierta, fácil
Como todo
Toda vida
Todo amor
Toda muerte

José Ramón Carballo
27 de junio de 2018


lunes, 25 de junio de 2018

Machismo y feminismo. Tema de opinión.




Machismo y feminismo, quién pone puertas al campo?, hay cosas que no son tan simples como se pretende, hay actitudes que no suponen ningún deseo de minusvalorar sino por el contrario de poner en valor a una persona en otro plano, el meramente sexual, si interactuamos en ese plano y es consentido por ambas partes no creo que debamos trasladar ahí el discurso feminista o se nos cortaría el rollo, resultaría castrante, y viceversa, no creo que resulte muy interesante desear a alguien viéndolo a través de un discurso, sino solamente desde los ojos del deseo mutuo y de sus propias reglas.

Hay argumentos que suenan a verdaderos pero no son sino alteraciones de la realidad, visiones sesgadas que venden en la opinión pública sus peroratas y que dentro de lo políticamente correcto nadie se atreve a matizar, parece que el hombre es siempre el opresor, y en el día a día se comprueba como la mujer sabe manejarse en ese proceloso mundo de machismo-feminismo de manera mucho más hábil y productiva que él, es más, pienso que hemos pasado al extremo opuesto y la espada de Damocles del machismo como una amenaza permanente hace que el discurso feminista engrase y movilice la maquinaria social en beneficio de la mujer y en detrimento del hombre. Abruma tanta insistencia, hay quién hace de eso su modus vivendi y quién se hace un nombre y un hueco social y profesional a su costa, exagerando y reiterando hasta la saciedad algo que es ya más anecdótico que sustancial, no se recuerda de manera tan continua algo infinitamente más grave como las desigualdades sociales, la falta de oportunidades, la pobreza, los niños que mueren de hambre en África.

Nadie piensa ya en términos machistas salvo para hacer un chiste fácil que viene a demostrar como el tema ya ha sido digerido e interiorizado por la mayoría de la población pese a tanta machacona insistencia, porque en el fondo no es que la mujer estuviera tan oprimida es que no estaba suficientemente reconocida como se merecía, nada más, simplemente la mujer reinaba en ámbitos diferentes al hombre, realizando funciones que desde otra óptica son incluso más esenciales a las que el hombre se veía obligado a realizar preso como estaba también de su rol social y de sus exigencias, no lo olvidemos, víctima también.

Jamás he pensado desde un plano superior en una mujer, más bien he pensado desde un plano diferente y desde ese plano es desde el que me ha resultado interesante, enriquecedor y educador mi trato con ella, sinceramente, para tratar con una mujer que es como un hombre no me siento muy motivado porque en ese cambio perdería toda la riqueza de la diferencia y de la aventura hacia la diversidad.


el paseante


viernes, 22 de junio de 2018

Seat 124.


Seat 124, la leyenda española que nació hace 50 años

En 1968 apareció en el mercado uno de los modelos más míticos de la marca española, el coche deseado por la España del desarrollismo.

Seat 124, la leyenda española que nació hace 50 años
Varias versiones de la gama del Seat 124 (a la izquierda, el modelo original).

En 1968 circulaban por España alrededor de cuatro millones de vehículos, los cinturones de seguridad no eran obligatorios, los reposacabezas tampoco, incluso el retrovisor izquierdo era opcional y había que pedirlo expresamente en el concesionario. Los elevalunas eléctricos ni se pasaba por la imaginación de los conductores. En medio de aquel panorama apareció el Seat 124 (más cómodo, más seguro) y terminó por revolucionar la automoción del país.

Casi todo el mundo quiso uno, cerca de 900.000 personas lo tuvieron, el modelo acabó convertido en una leyenda. Con razón Seat ha echado la vista atrás y ha celebrado el 50 aniversario de uno de sus coches más míticos, que llegó al mercado en pleno desarrollismo para completar la gama del fabricante.

Se vivía cierto aire nuevo en aquel 68 y muchas familias españolas podían empezar a soñar con un coche algo mayor que el 600, triunfante desde 1957. Esa fue una de las seis razones (entre otras, probablemente) por las que triunfó el Seat 124, el coche que se acomodó a los tiempos.

1. El Seat 124 se dio a conocer como “el coche del sentido común” por su carrocería de tamaño medio, su gran habitabilidad y unas prestaciones y manejo que lo acercaban a modelos superiores, principalmente por su baja cilindrada y reducido peso del conjunto.

2. El Seat 124 era una práctica berlina con capacidad para cinco pasajeros y un diseño moderno y juvenil. Con 4,04 metros de longitud (por 1,61 m de ancho y 1,42 de alto), ofrecía un espacio interior muy similar al de su hermano mayor, el Seat 1500, y un maletero de 385 litros de capacidad (similar a un Seat León, un Opel Astra o un Hyundai i30 actuales).

3. El modelo español acertó a cubrir las necesidades de una clase media cada vez más amplia y que necesitaba viajar con mayor comodidad y elegancia que en el 600: ya no hacía falta montar la inestable y peligrosa baca del techo.

4. Fue un turismo del segmento medio realmente moderno, con un motor y un confort avanzados para la época y pocos gastos de mantenimiento. Su motor de 1.197 cm3 ofrecía 60 CV de potencia (pesaba solo 855 kg) y alcanzaba una velocidad máxima de 140 km/h.

Aquel que poblaba las carreteras medio siglo atrás fue un coche muy divertido de conducir, todavía lo es: hace unos días la marca española puso en marcha cuatro modelos de su colección de históricos cerca de Sigüenza (Guadalajara), y era casi mayo de 1968 otra vez.



El Seat 124 era un turismo de ritmo alegre, conducción exigente y familia feliz, sin dirección asistida ni servofrenos, con un niño tumbado en el asiento de atrás que venía de serie, un maletero lleno, unas vacaciones por delante. Todo estaba en las manos y en los pies del conductor, sin ayudas electrónicas pero con un comportamiento sorprendente para los tiempos.
Los conductores veteranos lo recordarán: había que frenar con antelación suficiente e incluso en las rectas requería un tacto minucioso, un cuidado especial, ciertas correcciones constantes.
A cambio, ofrecía una conexión mucho más directa con el asfalto que algunos echarán de menos en los coches modernos. Por lo demás, asumía los baches con notable dignidad y transportaba a la familia, que era lo que los consumidores demandaban en aquel entonces.

5. Apareció en el mercado en el momento exacto. Muchas familias ya podían aspirar a un coche de nivel medio y encontraron que el Seat 124 era el idóndeo. Cuando se puso a la venta en 1968 por 144.432 pesetas (868 euros), con un sueldo medio anual que rondaba las 70.000 pesetas (420 euros), no había verdaderos rivales en su segmento. El Simca 1200 se presentó en el Salón de Barcelona de abril de 1969, y la venta del Renault 12 no arrancó hasta 1970.

6. El Seat 124 partió con la ventaja de no tener competidores, pero posteriormente supo evolucionar con los años. Durante los 14 años de comercialización, aparecieron el 124-L (con ‘l de lujo’), una versión ranchera, el célebre 1430 (como variante derivada del modelo original), el SEAT 124 Sport Coupé 1600, el 124-D y, entre otros, la joya de la corona: el 1430 Especial 1600 “FU”. De todos ellos se vendieron, en total, 896.364 unidades.


miércoles, 20 de junio de 2018

Prendas de vestir míticas. El sombrero femenino.





El remate perfecto de una persona elegante es un sombrero, esto es así desde el comienzo de la moda, el sombrero es la parte más poética y fantasiosa de la indumentaria, con él se remata la figura, el sombrero cierra nuestra imagen, la refuerza, es como un taconeado final después de un baile flamenco, sin ese final parecería que el look no está acabado, la imagen quedaría abierta como un texto inacabado, un poema al que le falta el verso final o un cuadro que quedara simplemente abocetado, hasta que el sombrero se coloca el balance final del atuendo queda en suspenso, de ahí la importancia de elegir el sombrero adecuado y de no quedarnos corto ni pasarnos, la justa medida, y esa medida tan justa lleva a la consideración de saber si el sombrero es necesario o no caso por caso, dependerá de la ocasión, el lugar, el atuendo, la época del año, tantos imponderables, tantos tipos de sombrero, tantas imágenes, looks, estilos, tantos mensajes que nos envía el sombrero, tantas lecturas, tantos placeres estéticos, el sombrero es la fantasía de la imagen, su remate, como la cresta en las aves y las flores en las plantas, los sombreros nos coronan como si fuéramos príncipes, nos dan caché, nos elevan haciéndonos parecer superiores en rango, mejores, más perfectos, de ahí su uso ineludible en los uniformes, los sombreros distinguen y lanzan su mensaje a los demás, al resto, significando al que lo porta. Véase si no los dos ejemplos de las imágenes rotundas, perfectamente acabadas de esas cabezas de mujer que rematan y cuyos rasgos faciales enmarcan haciéndolas más bellas aún.


el paseante


Prendas de vestir míticas. El look gondolero.




El look gondolero tiene como seña de identidad el sombrero canotier, un clásico, mocasines, camiseta de rayas horizontales azules o blanca lisa como la de la foto, pantalón chino beige y, por supuesto, tirantes oscuros, a juego con el resto, para que al hacer bogar la góndola no se caigan los pantalones, imprescindible mantenerlos en su sitio o se perdería el equilibrio y acabaríamos cayendo a las aguas de la laguna.

Se me olvidaban las gafas de sol, imprescindibles también para evitar que los reflejos del agua nos deslumbren la vista y nos choquemos con un vaporetto.

El reloj, el brazalete y la pulsera junto con el cuerpo apolíneo no son imprescindibles para el oficio de gondolero pero ayudarán lo más seguro a la captación de turistas ávidos de hacer un recorrido romántico por los canales de la ciudad de Venecia, oh sole mío!, cantan los gondoleros al doblar las esquinas con la góndola para no chocarse con otra que venga en dirección contraria mientras suenan frenéticos los flases de los turistas japoneses que no parecen ser capaces de ver la realidad sino a través del objetivo de sus cámaras fotográficas que no dejan de parpadear sonando como un aleteo de crótalos.

Mejor no llevar calcetines, más veraniego, y que el suelo de los mocasines sea de goma, se agarran mejor a la superficie de la góndola. El tono bronceado de la piel se adquiere rápido en la primera jornada de trabajo.

Que siempre sea verano y siempre seamos felices, como dijo el poeta.

el paseante



Prendas de vestir míticas. El look veraniego.




Tengo un reloj idéntico y unas gafas muy parecidas, sombreros para el verano tengo muchos, creo que alguno se parecerá al de la foto, tal vez no sea tan amarillo, la camisa igual-igual no la tengo pero puedo comprarla, parece de lino, me gusta el color, muy apropiado para este comienzo de verano, tirantes no he usado nunca pero quedan chulísimos así combinados con el pantalón en tono verde oscuro, parece que el modelo también lleva alguna pulserita, muy a la moda, me apunto, y parecen de tela, tendré que comprarlas, la barba es cuestión de no afeitármela y el bronceado estoy en ello, pues a por ello, un look en una línea clásica pero con toques actuales sin estridencias y con mucho carácter, lo ves y dices, estamos en verano, en vacaciones o cerca de ellas, en un lugar de playa, disfrutando del buen tiempo y el ocio tranquilo, excursiones, restaurantes, paseos a la orilla del mar o por las laderas de las montañas entre huertos de naranjos y olivos, muy mediterráneo, es un look efectivamente mediterráneo, ésa es la palabra, mediterráneo, sinónimo de calidad de vida, buen tiempo, buenos alimentos naturales, bellas playas, gente amable, vida tranquila, fiestas populares, celebraciones, heladerías y chiringuitos.

Creo que la imagen personal debe ir acorde con el entorno, lo uno lleva a lo otro, y para no desentonar en vacaciones en tan hermosos lugares como tiene la costa mediterránea conviene vestirse a tono y cuidar el look, para sentirse feliz y en armonía con el entorno vacacional y lúdico.

Realizado.

el paseante

viernes, 15 de junio de 2018

Por fin verano...





Por fin verano, ya está aquí, ya ha llegado, 30 grados centígrados en los termómetros, parecía que no iba a llegar nunca, tanta tormenta y temperaturas frescas eran más propias de otoño que de estar en las puertas del verano, en cada momento lo suyo, ahora toca piscina, playa, sol, buen tiempo, nada de colores grises, mejor todo colores alegres, optimismo, vitalidad, energía, ganas de vivir, renovación, impulso hacia adelante, eso es el verano, vida, juventud, ilusiones, relax, entretenimiento, diversión, despreocupación, volverse de nuevo un poco niño o adolescente, recuperar algo de inconsciencia, soltar amarras y echarse a navegar por un mar en calma perfecta como la plenitud del estío, una época del año en la que todo parece detenido nada más que por el efecto óptico de la lejanía de las vacaciones, el tiempo de asueto y el ocio.
El verano te reconcilia con tu cuerpo que se despereza después de los rigores del invierno, recupera forma, se suelta como entrenándose para vivir de nuevo, una vez más, como cada año, su resurgir, su despertar a las sensaciones nuevas y reconfortantes que el verano trae, los olores de las flores, el sabor de las frutas, los colores de los paisajes, el frescor del aire, el calor del sol, el frío del agua del mar, el azul turquesa del cielo, la perfecta iridiscencia de la pileta de la piscina, las sonrisas, las alegres conversaciones, los reencuentros con viejos amigos y conocidos, con las tradiciones, los afectos, los recuerdos, con todos esos veranos felices de la infancia y la adolescencia que año tras año nos daban nuevo impulso y nos hacían sentir felices con nada, con esa nada que lo es todo y que por eso mismo no sabemos explicar, esa nada intangible que acaba siendo más una actitud que una realidad a la que predispone la estación azul.
Creo que fue Juan Ramón el que llamó al verano la estación azul, mejor definición imposible, etiqueta precisa, garantía de felicidad, el azul como color de la vida, del cielo, del mar, los dos elementos esenciales de la vida, uno respira el azul del verano y se regenera, ventila los malos pensamientos, las tristezas salen de uno, nuestro interior se limpia respirando el azul del verano, estando más cerca de la naturaleza, teniendo más tiempo para disfrutar de la belleza y para recrearnos en la contemplación de la vida que en verano parece pasar ante nuestros ojos de una forma diferente, más plácida y hermosa, invitando a la reflexión, reconfortándonos y reconciliándonos con el mundo.
Lo dicho, viva el verano una vez más!

El paseante