viernes, 31 de agosto de 2012

Atardecer/anochecer (30-08-2012) + Reflexión.







Reflexionar sobre el final del día no es tarea fácil cuando es tan bello, la belleza no necesita explicación, descripción, justificación alguna, no hay que demostrarla, es algo evidente, y la belleza absoluta sólo puede dejarnos absortos, es su gran poder, el de hacer que dejemos de pensar y sólo seamos capaces de recrear nuestros sentidos en ella, como si nos sumergiéramos en sus aguas y nos anegara por completo.
Los atardeceres desde mi casa son un espectáculo inigualable, no veo el momento de retirarme de la ventana, me parece un pecado perderme cada instante de estos atardeceres/anocheceres, en los que de un momento para otro todo cambia imperceptiblemente, sutilmente, delicadamente y nada es igual al momento anterior, fugacidad, transitoriedad, volatilidad, de luz y color, tan frágiles son estos atardeceres, tan fugaces y perecederos que la sensación de pérdida se apodera de uno y quiere uno retenerlos en su retina, en su recuerdo, en su imaginación, para siempre, pero el sol acaba dejando de iluminar el cielo, se va, desaparece del otro lado de las montañas y me deja huérfano hasta que llega algo más tarde la luna, su reflejo, ese sol inverso que cuando hay luna llena resulta deslumbrante.
Ayer hubo luna llena, una insistente luna que acabó por despertarme con su imponente luz, no sé qué busca la luna de mí, me perturba en mis noches, me despierta, me desvela, me trastorna, la luna parece pedirme algo, perseguirme, no dejarme en paz, desasosegante me sigue por el mundo de mis sueños y me hace volver a la realidad para contemplarla, es vanidosa la luna, quiere que la mire, la miro y le digo, ya basta, es suficiente, déjame tranquilo, déjame dormir, pero no me deja, insiste en que la contemple, que piense en ella, que la escriba un poema, y aún así sigue insistiendo y yo insomne sigo preguntándola qué quiere, desesperado ya.
Pero sé bien lo que quiere, ella no para hasta que no consigue lo que quiere, quiere que coja el catalejo y la mire, la admire de cerca, que vea sus montanas, sus valles, sus continentes de luz, sus lagos de sombras...
Lo hago y ya me deja dormir.
El catalejo, mi platillo volante hasta la luna.

el paseante



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