lunes, 27 de agosto de 2012

La foto de la semana (22). Árboles del Retiro + Reflexión.


El domingo por la mañana estuve dando un paseo por el Retiro, la luz del verano despertaba los colores de la frondosa vegetación, las vistas parecían salidas de un cuadro impresionista, ¿Pisarro tal vez?
Pisarro, sin dudarlo.
No pude evitar hacer alguna foto, la memoria de mi móvil está exhausta, ya he sobrepasado las 2.000 fotos, mi modesto móvil no puede más, pero su prodigiosa cámara no deja de pedirme ser disparada, hay tanta belleza para fotografiar, la belleza sale al paso de el paseante allá donde va, no siempre, pero con bastante frecuencia, y en ocasiones más que la belleza lo que sale al encuentro de el paseante es la emoción, el sentimiento, el pensamiento, la ensoñación, la mejor droga que hay, la más potente, es la propia vida, si uno puede con la vida puede con todo, la vida es la prueba definitiva, a través de la vida y sus pruebas el hombre corriente se convierte en dios.
Me he ido por las ramas, nunca mejor dicho viendo la foto, ramas y hojas de variadas especies vegetales en la mañana de verano de ayer domingo en el parque del Retiro madrileño.
Una delicia para los sentidos, la vista, el olfato, el oído, el tacto.
Los colores tan variados, tan delicada y armoniosamente contrastados, la luz jugando a deslizarse por entre las copas de los árboles, los pájaros con su delicioso canto, el tacto del tronco de los árboles, del mármol de las fuentes, la suavidad de cera de las hojas, el sol deslumbrándome con su luz, con su caricia de vida.
Escenario ideal para la tranquilidad, la calma, el sosiego, la serenidad, el equilibrio, la armonía, la contemplación, la meditación.
Me gusta perderme sin rumbo entre la naturaleza, la naturaleza siempre tiene una lección que enseñarme, una lección que no hace sino sacar de mi alma, porque mi alma, yo mismo, no somos sino una parte más de esa armonía, de esa belleza, de ese amor universal con el que Dios mima el universo a través de su creación cada día.
Es difícil que alguien pueda llegar a dudar de la existencia de Dios contemplando la naturaleza, eso creo, no hay mejor camino hacia Dios que su obra, a través de su obra le conocemos mejor, Dios escribe cada día el libro de la vida a través de la naturaleza, sin duda.

el paseante

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