lunes, 13 de agosto de 2012

Atardecer (12-08-2012) + Reflexión.



Atardecer desde mi casa, al fondo Madrid, más allá las montañas, la sierra del Guadarrama, lejana, solemne, ausente, pensativa, una nota de luz la pone el edificio de la Telefónica, la Torre de Madrid, el Edificio España, las torres de Colón, el Pirulí, ya no están iluminados, más cerca se ve la cruz que corona la iglesia de mi barrio, un barrio del extrarradio de Madrid, arrabales de Madrid donde Madrid pierde su nombre, desde mi casa se contempla toda la ciudad en la lejanía, allá abajo, perdida, solitaria, dormida al fin tras un día de ajetreos.
Las puestas de sol son únicas, emocionante, como pintadas en el cielo por la mano de Dios, el más grandioso artista, que creó el mundo y nos regaló algo tan bello, delicado y poético como estos atardeceres de verano, que en su plenitud, su belleza, su armonía, su paz, parecen acariciarnos el alma, hablar delicadamente a nuestro espíritu, ser un bálsamo, un perfume, una delicia, para nuestra emoción.
Y el sol se marcha tras las montañas, nos abandona cada anochecer, se va, para volver triunfante a la mañana siguiente, y amanecer victorioso, avasallador, lleno de nuevos retos, como si la melancolía y el sentimentalismo de los atardeceres no fueran con él.

el paseante

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