miércoles, 8 de agosto de 2012

La voluntad según la sombra.




Hoy, que quieres que hable de voluntad, me pillas poco voluntariosa, Jota. Pero como me has animado aquí estoy, dándole al coco para ver qué extraigo de él, y es que, como dice Felipe –el amigo de Mafalda-, “la voluntad debe de ser la única cosa del mundo que cuando está desinflada necesita que la pinchen”. Yo creo que eso es cierto para ponerte en marcha, sin embargo, una voluntad exagerada puede resultar contraproducente en un momento dado. ¿No te ha pasado nunca que cuando has puesto todo tu empeño en una cosa ha salido al revés de lo que buscabas y que cuando otras veces has hecho algo sin mucho interés sale fenomenal?. Pues eso. Pero ¿por qué sucede esto? ¿Por qué cuando deseamos hacer o conseguir algo muchas veces se nos escapa y cuando no lo perseguimos con tanto ímpetu resulta que lo alcanzamos?. Muy sencillo. Sucede porque cuando deseamos con tanta vehemencia, en realidad estamos exigiendo, estamos tratando de “imponer” nuestra voluntad, y a la Vida no le gusta que intentemos usurpar su puesto. Ella es la que decide. Ella, que es el instrumento de Dios.
No se trata de no hacer nada, querido Jota. Al contrario, debemos luchar por nuestros sueños y poner mucha pasión en conseguirlos. Pero cuando nos pasamos de esa raya, es decir, cuando nos concentramos en el resultado en lugar del proceso, es cuando empezamos a ponernos nerviosos y a meter la pata, porque estamos entrando en un terreno que no nos corresponde. Sin embargo, cuando hacemos todo lo que está en nuestra mano por conseguir lo que queremos, pero siendo conscientes de que el resultado no depende de nosotros, entonces no sólo no nos sentiremos frustrados si no se cumple lo que deseamos, sino que tendremos más posibilidades de alcanzarlo, porque la Vida, igual que los humanos, responde mucho mejor cuando no se le imponen las cosas. Además, ya conoces el refrán: el hombre propone y Dios dispone…

La sombra del paseante

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