Soy antitaurino radical, pongo este cuadro aquí porque no reproduce una corrida, sino un encierro, en España por la fiesta de la Virgen hay encierros en todos los pueblos.
Comprendo el encierro como una carrera festiva en la que el hombre juega con la muerte que le persigue, le embiste, le pone en peligro, y de la cual sale indemne por el momento, el encierro es exorcizar la muerte, parodia la vida, pone a salvo transitoriamente del triste destino final que algún día ha de llegar.
Este cuadro cuelga en la pared del mesón de mi pueblo, de siempre me ha fascinado, lo miro en la distancia siempre mientras degusto la deliciosa comida que allí cocina Gloria, la mujer de Juan el mesonero, ayer no pude resistirme, me levanté de la mesa y lo fotografié, el comedor estaba hasta la bandera, era la fiesta de la Virgen..., cuando se fijaron en mí toda la algarabía calló, hubo un silencio sepulcral, "el madrileño está fotografiando el cuadro", parecían decir todos con su silencio.
Al girarme me di cuenta de la situación, tan concentrado estaba en la foto, me sonreí azarado y de pronto todos irrumpieron en un sonoro aplauso, la verdad es que estaban algo alegres, el vino de mi pueblo es famoso, en concreto el clarete, una delicia.
Os muestro el cuadro, arte naif, precioso, una maravilla, lo popular siempre por delante de lo culto, lo elitista, lo exclusivo, lo popular siempre es la vanguardia, porque sólo el pueblo tiene la esencia de la vida, la labor del verdadero artista es ser parte del pueblo, no otra.
el paseante
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