viernes, 28 de septiembre de 2018

Tres frases de la semana (40).



Lo único que nos pertenece son las ilusiones y eso es lo que nos mueve.

La vida es tan banal que no se puede vivir como una tragedia.

La lucidez es un don y un castigo.

La cabrita loca


jueves, 27 de septiembre de 2018

Luna de septiembre. Poema (repetición).




Luna de septiembre

Sostienes en tu luz mi alma
como si fuera un pájaro
que apenas sabe volar
y enardecido te hablo
con palabras llenas de amor
de un amor que tú no conoces
de un amor que tú no quieres
de un amor que apenas existe
porque muere antes de poder vivir
porque muere dentro de mí
antes de poder nacer
dejando tras de sí una dicha imposible
un desconsuelo lleno e melancolía
una mirada llena de nostalgia
y un dulce recuerdo que se pierde en el tiempo
sin llegar a olvidarse nunca

José Ramón Carballo
17 de septiembre de 2014


Prendas de vestir míticas. La corbata.




La corbata, complemento clave en la vestimenta clásica masculina, esencial, e inútil desde el punto de vista práctico, no así desde el punto de vista estético, aunque cada vez menos, se lleva ahora prescindir de la corbata para dar una imagen más juvenil y desenfadada, menos formal, en la foto el modelo luce un look clásico cien por cien, sin guiño alguno a cualquier atisbo de modernismo, lo cual resulta sumamente seguro a la hora de resultar elegante, sin estridencias, aunque no para resultar chic, lo chic es la ruptura de la norma aún dentro de la norma, improvisando, innovando, transgrediendo, ejemplos clarísimos de una elegancia chic fueron tanto el Duque de Windsor como Gianni Agnelli, en el ámbito de la elegancia más clásica y ortodoxa están los banqueros que deben transmitir esa “normalidad” tan fiable a la hora de manejar el dinero, los políticos son más bien eclécticos y antitéticos a la elegancia algunos de forma deliberada, hay de todo, más cercanos a un look de profesor universitario en general.
La corbata es el mensaje, la esencia de una vestimenta clásica, esencial su coordinación con el traje, aunque si ambos son de hechura clásica no habrá problema, se acierta seguro, difícilmente se encontrará una corbata de Hermés que no combine con un traje de Savile Row, o con un traje italiano de diseño clásico.
Para trajes nada como los ingleses en la más pura ortodoxia y los italianos en una heterodoxia-ortodoxa dentro de un estilo menos rígido pero igualmente elegante, con ambos las corbatas de estampados clásicos combinan a la perfección, si bien las corbatas inglesas lucen perfectas con los trajes ingleses exclusivamente por sus motivos mucho más marcados, y las italianas con los trajes italianos por su diversidad, colorido y fantasía, son las francesas el término medio que combina con ambos estilos, un término medio de buen gusto y originalidad sin el más mínimo exceso.
Que se fijen en uno y al momento pasar desapercibido, que vean a la persona a través de la vestimenta y que ésta no la eclipse, la clave del bien vestir, clave igualmente aplicable especialmente en los complementos como la corbata, el cinturón y los zapatos.
Pero para la corbata se necesita un especial cuidado al estar más a la vista y tener en variedad de estampados y coloridos una gran variedad, lo cual hace imprescindible coordinarla con el traje y la camisa para lograr una armonía y resaltar el buen gusto del que la lleva.
La corbata como mensaje en el leguaje de la vestimenta clásica masculina, una frase corta que inicia la narración y es clave en la interpretación del conjunto.
Una primera y rápida impresión fugaz, inconsciente, lenguaje sin palabras pero lenguaje que transmite un mensaje que es percibido por el observador y supone un juicio sobre el atuendo que se proyecta sobre su portador, como una primera aproximación formal a su gusto y a su forma de ser.

El paseante


La foto de la semana (88). Sunset.

Foto: Sunset. Autor anónimo.

martes, 25 de septiembre de 2018

El señor de los 100 gatos.


El señor de los 100 gatos se muda hoy a un piso y solo puede llevarse a uno
Comienza el derribo de El Gallinero, el poblado chabolista más miserable de Madrid. Los vecinos, como Vasile Antonescu, serán realojados
EL PAÍS

Vasile Antonescu observa a varios de sus gatos frente a su chabola en el Gallinero en Madrid. ANDREA COMAS 

Vasile Antonescu ha vivido todos estos años cercado por la pobreza pero él, asentado en lo alto de una pequeña colina desde la que se ve el resto de chabolas de El Gallinero, el reducto más miserable de Madrid, se ha sentido un faraón rodeado de una corte felina.

Vasile, de 59 años, cuida de una jauría de gatos que lo persigue como al flautista de Hamelin. Una ONG calcula que son más de 100 animales a su cargo. Este martes, el día en el que echarán abajo su precaria vivienda de madera y chapa, tendrá que elegir a uno de ellos. El único que le acompañe a su nueva vida.

El Ayuntamiento empezará este martes a derribar el poblado chabolista que se encuentra casi pegado al vertedero de Valdemingómez, a un lado de la A-3. En él han vivido durante dos décadas clanes rumanos de etnia gitana en condiciones deplorables. La de Vasile será una de las 25 familias a las que se les buscará acomodo en distintos puntos secretos de la ciudad. Las autoridades no quieren desvelar los barrios donde empezarán de cero para que los vecinos no los reciban con prejuicios.

En el umbral de la chabola, dividida en dos estancias, un dormitorio y un espacio un poco más amplio que hace las veces de cocina, Vasile les explica a su hermana Florica y a su sobrino David las pautas que les han proporcionado los trabajadores sociales. Les han pedido que no hagan excesivo ruido, no recojan trastos de la basura y mantengan recogida la casa.

Y que no la llenen de gatos. La condición es que elijan a uno. La decisión le pone un nudo en la garganta. “Parece que va a ser este”, se decide Vasile por fin, mientras sostiene en una mano a una cría blanca con manchas marrones. ¿Y qué pasará con el resto? Él ha intentado distribuirlos entre conocidos que sabe que cuidarán bien de ellos, pero no es nada fácil. También se le pasó por la cabeza meterlos en una caja y ofrecerlos a los viandantes en alguna plaza concurrida de Madrid, pero sospecha que incumpliría con alguna ordenanza municipal.

Lo más probable, según explican fuentes municipales, es que los esterilicen y los suelten en el campo. Ese futuro tan incierto y un tanto salvaje no deja dormir a Vasile, que todos estos años, desde que levantó su chabola en 2010, se ha ocupado de su manutención. Cada dos días se acercaba a Rivas-Vaciamadrid a comprar leche y pollo para darles de comer con el dinero que había sacado mendigando. Cada vez en más cantidad, a medida que más gatos rodeaban la casa y hasta dormían en el tejado.

Le preocupa también que los gatos puedan quedarse a merced de los granujas del poblado que se han divertido a costa de maltratarlos. Les han cortado orejas con navajazos, les han echado agua hirviendo, les han arrancado el rabo... Vasile se marchará en la primera de las tres jornadas que durará el realojo. Para el viernes, después de que la piqueta haya derribado todas las chabolas y los servicios de limpieza hayan despejado el solar, El Gallinero será historia.

Una vergüenza para la ciudad

Vasile, albañil que cerca de los 60 tiene cada vez más difícil ser contratado en una obra, encuentra terapéutica su relación con los gatos. Dice que le ayudaron a salir del pozo en el que se sumió a raíz de la muerte de su madre. No supo que había fallecido hasta que regresó en 2006 a Drobeta-Turnu Severin, una ciudad del este de Rumanía, fronteriza con Serbia. No la encontró por ningún lado, pese a que la buscó con ahínco. La familia le había ocultado la noticia.

Aquello, añade, le hizo caer en un estado de depresión del que le costó salir. Al volver aquí, dormía todo el día, comía de forma errática, no tomaba la medicación que le habían prescrito. Asegura que encontró serenidad y consuelo en la primera gata que se le acercó un día en el poblado, por casualidad. No le puso nombre, ni falta que le hizo para quererla. De esa gata descienden cinco generaciones que, como las chabolas, tienen los días contados en el lugar.

El Gallinero, el rincón más deplorable que existía en la ciudad tras los desmantelamientos de poblados de la heroína como Las Barranquillas, es un imán para la fatalidad. Y de ella tampoco se libra la familia de Vasile. La hermana sufre una enfermedad incapacitante y el sobrino, de 27 años, una discapacidad psíquica y una obesidad que dificultan mucho que encuentre trabajo.

La oportunidad de vivir en un piso, tras el acuerdo que alcanzaron el Ayuntamiento y la Comunidad (el primero que han alcanzado sin tensiones dos formaciones tan opuestas como el Partido Popular y Ahora Madrid) para acabar con este reducto que el presidente Ángel Garrido y la alcaldesa Manuela Carmena veían como una mancha negra para la ciudad, como una “vergüenza”, abre para ellos, sin embargo, nuevas expectativas. Vasile dice que los trabajadores sociales les tramitarán la renta de inserción mínima y, al no vivir en un lugar tan estigmatizado, puede que tengan más posibilidades de encontrar empleo. El paso de una existencia subterránea y marginal a una más convencional. Ese umbral lo cruzará este martes con un solo gato entre los brazos.


jueves, 20 de septiembre de 2018

El cuadro de la semana. Garden with blue terrace. David Hockney. 2015.


La cultura pop.



Iba a decir que en pop es hortera, pero miré la foto y pensé, también es elegante, y me dije, el pop es todo, tal vez, o nada seguramente, según se mire, a mí me resulta divertido, alegre, como un juego, uno rejuvenece con el pop, tiene algo naif, infantil, bobo, simple, pegadizo, y por eso mismo conecto muy bien con él, me engancha porque desconecto de la solemnidad, la pesadez, los problemas, durante un rato, contemplando un cuadro, oyendo una canción, viendo un video o una película, me olvido de todo y me limpio, quedo como nuevo, viva la idiotez, me digo, prefiero ser idiota a infeliz, viva la frivolidad, me digo, prefiero ser superficial a complicarme la vida, el pop es la eterna juventud, nunca morirá por eso, porque ser joven gusta, mola, es una bobada en apariencia pero si uno presta atención es la más profunda de las profundidades porque incita a lo básico y fundamental de la vida, vivir.
Por otra parte esa apariencia tonta, fácil y superficial no lo es tanto porque en verdad nos hace fijarnos en lo cotidiano, lo corriente, lo que pasa desapercibido y sacar de ello una perspectiva desconocida pero sentida, la esencia de nuestro día a día que sin el pop hubiera seguido invisible, quitar toda pompa o rimbombancia a la realidad, mostrarla tal cual y resaltarla es todo un invento que emociona, si lo vulgar es relevante todo ya es relevante, importante, interesante, yo mismo, cualquiera, puede ser arte, es cuestión de saber mirar, cualquier tema, cualquier objeto, cualquier argumento, cualquier persona.
La vida corriente brilla con el pop, loado sea el pop.

el paseante pop
 

Suburbia. Poema.





Suburbia

Suburbios, guetos lejanos
Esperando siempre por una oportunidad
Que nunca llega
Olvidados, desolados, distancias
Diferencias, marginados, pobreza, injusticia
Y sin embargo sobrevivís aún
Beso vuestros labios en una distancia desmesurada
Moribunda
Muerdo vuestros labios en una suave
Voluptuosa violencia
Como en un juego de placer
Que acerca vuestra saliva
A mi saliva
Vuestro olor a mi olor
Vuestra piel a mi piel
Igualándonos en una identidad desnuda
En la que recupero vuestra belleza, la belleza de la nada
El amor por el desamparo
La luz de vuestra misericordia
En una caridad que me acaricia y redime
Y vuelve a mí desde vosotros
Y que es mía
Suburbios de mi alma
Lejanas distancias inexploradas
Desoladas extensiones
Donde extender la vista
Hasta el infinito
Sin ver nunca nada

José Ramón Carballo
20 de septiembre de 2018


(poema dedicado al Ensanche de Vallekas)