La añoranza,
y qué es eso me pregunto, es como la nostalgia, algo así como acordarse del
pasado y pensar que siempre fue mejor y entonces ponerse triste porque no se
puede dar marcha atrás al tiempo y volver a él, debe ser algo así.
Pues,
sombra, de verdad te lo digo, ni loco volvía yo al pasado, a ningún pasado por
bueno que fuera, porque después de ese pasado vino otro pasado, y después otro,
hasta llegar a este presente desde el que se añora ,y la verdad, sinceramente
te lo digo, uno ya ha pasado bastante en la vida como para tener que volver a
repetir todo eso, sería como repetir curso, un rollo.
Además ni el
pasado que añoramos nos conviene en realidad, es decir, si nos pusieran como
por arte de magia en él de nuevo nos parecería algo inaguantable desde nuestra
perspectiva actual, y entonces por qué lo añoramos, me preguntarás, pues porque
lo idealizamos, te responderé, lo edulcoramos, hacemos con él una especie de
ficción, lo que añoramos es una recreación nuestra de lo que sucedió que nada tiene
que ver con lo que sucedió, nos creamos un mundo ido reinventado en el cual
refugiarnos de las inclemencias del presente, y dentro de unos años haremos lo
mismo con el presente de ahora.
Añoremos lo
que añoremos lo único que en realidad añoramos es cómo éramos entonces, la
capacidad que teníamos para el autoengaño, algo que con los años se va
perdiendo.
Veo jugar a
mis sobrinas y me quedo boquiabierto, la pequeña se enfada y discute con la
mayor, se enfurruña, llora, porque la mayor se ha inventado que va a una fiesta
y que la pequeña no está invitada, es todo ficción, es todo mentira, es un
juego entre dos niñas, pero la pequeña sufre por su exclusión.
Eso es la
añoranza, una ficción imposible que primero creamos y de la que luego nos
sentimos excluidos, exiliados, expatriados, y así tenemos al menos algo que
desear, algo que fue y no volverá a ser y a lo cual subimos la imaginación de
vez en cuando como por distraernos, como si viéramos una película.
No está mal
como juego, y si no que se lo digan a mis sobrinas, se lo pasan en grande,
sobre todo la mayor.
Porque la
añoranza no es sino deseo aunque sea deseo frustrado, y el deseo es lo que
mueve la vida, creo que vale la pena sólo por eso, al menos nos da ilusión por vivir.
Además los
mejores deseos son los frustrados, cuando se cumplen suelen ser un fracaso, ya
lo he dicho antes, si regresara lo añorado nos sentiríamos frustrados.
Y hasta aquí
mi digresión de hoy sombreada sombra.
El libro
gordo de Petete se cierra por hoy.
Y recuerda:
El libro
gordo entretiene, el libro gordo te enseña, y yo te digo contento, hasta la
semana que viene…
¿Era algo
así, verdad? ¿Alguien se acuerda cómo era exactamente?
Creo que me
ha entrado nostalgia de Petete…
el paseante
a su sombra
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