Yo me vengué de mi pequeño Nicolás, fue tan fácil, una
jugarreta del destino puso a mi pequeño Nicolás en mis manos, aquello parecía
obra del diablo de lo endiabladamente perfecto que resultó, creo que fue, más
que obra mía, una obra de la providencia que a través de mí quiso darle su
merecido, tan cruel iba a ser el resultado que durante un momento dudé si
ejecutar la condena pero como digo no fui sino un instrumento del destino y el
destino se cumple por encima de cualquier voluntad, mi pequeño Nicolás recibió
un escarmiento tan fantástico como sus cuentos chinos, tan imprevisible y tan
desproporcionado que parecía el maleficio de algún mago o bruja de cuento, muy
a propósito con el personaje, mi pequeño Nicolás perdió aquello a lo que estaba
más apegado, algo que había conseguido como resultado igualmente del engaño y
que estaba produciendo una vez más sufrimiento, y es que él es un explotador,
manipula, tergiversa, oprime, explota, todo en beneficio de su reputación falsa
y de su ego inflado, recibió pues su escarmiento pero he aquí que ha resurgido
y ha vuelto a tejer su tela de araña sobre otra pobre mosca, qué lástima, pobre
mosquita, ya está muerta sin saberlo, antes incluso de que muera a sus manos,
está sentenciada, alguien debía hacer que todos los pequeños Nicolás llevaran
algún tipo de marca que permitiera identificarlos y estar sobre aviso,
entretanto creo que vuelve a merecer un escarmiento que permita liberar a la
nueva víctima y le recuerde la lección que aún no ha aprendido, verdad?, me
pregunto si seré yo una vez más el instrumento que el destino elija para su
escarmiento.
El paseante
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