79 – Ropopopón, ropopopón…
Ropopopón, ropopopón… El camino que lleva a Belén, baja
hasta el valle que la nieve cubrió, los pastorcillos quieren ver a su rey, le
traen regalos en su viejo zurrón, ropopopón, ropopopón… El Comisario Carballo
entró en trance cantando el Tamborilero en la gala de nochebuena del Divas
Club, hacer de Raphael en fechas tan entrañables le ensanchaba el alma y le
emocionaba profundamente, Raphael era su infancia, aquel tiempo perdido, aquel
tiempo feliz que como un cofre cerrado había quedado olvidado durante su
juventud y que ahora resurgía en su madurez con fuerza, haciéndole recordar
todo aquello, reviviéndolo en su imaginación, recordando lugares, personas,
sentimientos, canciones, de aquella época, y en un lugar de honor estaban las
de Raphael, tan cercanas a su sensibilidad, y en especial el Tamborilero, que
le recordaba las navidades de su infancia, cuando aún sentía una ilusión tan pura
en su corazón, sobre el escenario del Divas Carballo hizo una interpretación
tan sentida, tan íntima, tan susurrante, que el auditorio no pudo evitar soltar
alguna lágrima de emoción mientras embelesado contemplaba a aquel falso Raphael
tan del gusto del Divas Club, donde todo era falso, fingido, inventado, fantástico,
como siempre pasa con lo artístico, ese refugio de la realidad tan seguro,
igual que la navidad, lugares donde refugiarnos de la intemperie de la vida y
de sus inclemencias, gracias al Comisario Carballo las navidades del Divas
habían sido unas navidades con Raphael, con el admirado mito, con el icono de
la canción española, con el artista por el cual el tiempo no pasa porque es
intemporal como lo es siempre el verdadero sentimiento, la verdadera emoción y
el verdadero arte, la gran sorpresa para Carballo fue, nada más salir al
escenario, encontrarse sentado delante de él al mismísimo Raphael.
(continuará)
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