Difícil decir algo sobe Fausto y sobre la adaptación de
Pandur, si uno al leer la obra tiene la sensación de que es inabarcable, al ver
la representación teatral se lleva otra impresión diferente, la de la
fragmentariedad, es decir, hacer, o intentar hacer abarcable Fausto es a costa
de perder la visión de conjunto de tan magna obra, uno sabe que está viendo
sobre el escenario algo que ha tomado de base en cierta medida el Fausto de
Goethe, pero que no es propiamente esa obra, y se pregunta si no está viendo en
realidad otra cosa diferente inspirada vagamente en Fausto, en cualquier caso
la propuesta de Pandur es igualmente grandiosa, pero alejada del original en
tanto que el original, tal y como he dicho es inabarcable si bien está presente
como motivo inspirador y con recitativos de una belleza poética y filosófica
realmente sublimes, aún más sublimes oídos que leídos, es como si Fausto
hubiera sido concebido para ser representado de alguna manera aunque sea una
tarea imposible el hacerlo.
Fausto fue de nuevo mi segunda opción de la tarde del
domingo, para el Testamento de María no hay entradas así que decidí ir a verla
a última hora, a la carrera, conseguí una butaca en la primera fila, ganas me
daban de lo emocionado que estaba de subir al escenario e incorporarme a la
función, se me debía de notar mucho el entusiasmo porque la señora sentada a mi
derecha en el entreacto me preguntó: a usted le está gustado mucho la obra,
verdad?, a lo cual le contesté que estaba emocionado, me preguntó si la había
leído, le dije que hace muchos años, cuando era joven, y me preguntó si lo que
estábamos viendo tomaba como base la obra y si en la obra original había
también ese juego de teatro dentro del teatro, teatro dentro del teatro?, me
pregunté para mis adentros, ni siquiera me había dado cuenta me dije a mí mismo
sin que la señora me oyera.
Un espectáculo así no se puede ver con ojos de espectador
sino con ojos de protagonista y uno es Fausto o no es Fausto, yo, por ejemplo y
sin ir más lejos, soy Fausto, y la señora de mi derecha no era Fausto, al
comenzar la obra y escuchar el primer recitativo fue como si alguien regara la
tierra de una planta seca, respiré, sí, me nutrí, se me abrió la perspectiva de
la vida ante mis ojos, de mi vida pero puesta en palabras de Goethe, yo me
siento tal y como Fausto se siente, a la búsqueda imposible del sentido de la
vida, a la búsqueda de la razón del mundo, la vida, el universo, a la búsqueda
de mí mismo y de mi encaje en todo lo demás, buceando en definitiva en unas
oscuras aguas que a veces me llenan de desesperación, como a Fausto, instante
detente, eres tan bello…, buscando en definitiva ese momento que dé sentido a
toda la existencia, tal y como Fausto lo busca y lo encuentra justo antes de
morir.
En cuanto a la representación en sí decir que es
sencillamente fascinante, la puesta en escena colosal, ciclópea, monumental,
sorprendente, las interpretaciones, el planteamiento general del enfoque de la
obra, los momentos de clímax, la tensión, la alternancia de las escenas, los
personajes, todo, es, para mí gusto, absolutamente insuperablemente genial, y
todo encaja en una perfección absoluta, sublime, insuperable, no se puede pedir
más, uno ni siquiera se imaginaría que pudiera llegar a poder pedir eso porque
ni siquiera podría llegar a imaginar que eso existiera, como pasa siempre que
uno se enfrenta a la obra de arte de un artista con mayúsculas.
Los papeles principales están interpretados hasta sus
últimas consecuencias, es decir, están vividos, de ahí que lo representado pese
a su inverosimilitud sea más real que la realidad más absoluta, porque en
verdad lo es, es, sin dudarlo, nuestra realidad más profunda y última, nuestra
soledad, nuestro desconsuelo, nuestra impotencia, nuestra fugacidad, es, en
definitiva, nuestra insignificancia personal enfrentada a nuestra esencia
divina, algo eternamente irresoluble y por eso mismo que produce ese vértigo
existencial que persigue eternamente a Fausto y a todos los que como yo son
Fausto.
Cuántos Faustos habría en la sala?, cuántos Faustos habrá en
el mundo?, todos somos en realidad Fausto seamos conscientes de ello o no,
nuestra esencia última es ser Fausto, aunque sólo algunos seamos capaces de
alcanzar ese nivel de consciencia, de sufrimiento y de gloria también, la
gloria del espíritu humano.
El paseante
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