miércoles, 30 de julio de 2014

La historia de Bruttini (Un asesino en las calles 32).




32 – La historia de Bruttini

Carballo y Bruttini dormían plácidamente, bueno, no tan plácidamente, en realidad Bruttini tenía terribles pesadillas, soñaba  que Maritzia intentaba de nuevo volver a castrarle, se despertaba alterado y sudoroso, gritando, Carballo por su parte tenía sus sueños eróticos habituales, sus erecciones nocturnas, era en sueños donde recuperaba plenamente su virilidad, una noche que Bruttini se despertó alterado por una de sus pesadillas se fijó en la tremenda erección de Carballo y se echó a llorar amargamente.

-          Comisario, yo nunca podré tener una erección como la suya.
-          Tranquilo Bruttini que recuperará su potencia sexual, no se preocupe.
-          Le digo que no, que esto no va bien.
-          No sea pesimista, ya verá como todo se arreglará poco a poco.

Para remate su mujer no quería saber nada de él, se vio con ella para decirla que la perdonaba y que retiraría los cargos contra ella, pero ella le dijo que no quería saber nada de él, que había conocido en la cárcel a una reclusa y se había enamorado de ella porque recibía de ella toda la ternura que él había sido incapaz de darle durante tantos años de matrimonio, el chico se vino abajo, Maritzia pidió el divorcio y alegó maltrato psicológico, como tocó que lo juzgara una jueza feminista el resultado fue que la custodia de los niños fue para Maritzia y Bruttini tenía que pasarla una pensión mensual altísima.
Bruttini se fue recuperando físicamente poco a poco, lentamente, tenía que ir a rehabilitación del miembro viril dos veces por semana, en el ambulatorio tenían unas enfermeras especializadas en este tipo de casos, masajes, caricias…, todo a fin de que el miembro fuera recuperando la sensibilidad y pudiera volver a estar erecto y realizar el coito completo. Pero Bruttini nunca llegó a recuperarse psicológicamente pese a que comenzó a ir al psicoanalista, un argentino experto en traumas sexuales llamado Walter, al intentar mantener una relación sexual con una mujer Bruttini sentía siempre una especie de fobia que le impedía seguir adelante, visualizaba a Maritzia con el cuchillo en la mano y la vista se le nublaba.
El chico al final sufrió una transformación radical y acabó de cross dresser en un club de Chueca, se hacía llamar la Brutta, pese a todo siguió en el Cuerpo de Policía sin perder ni un ápice de su proverbial profesionalidad.

(continuará)


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