21- El diario de
Bruttini
El diario de Bruttini resultó ser un compendio de quejas
hacia su mujer, como una letanía de lamentos, sería cierto todo aquello?, por
otro lado no eran sino banalidades, evidentemente Bruttini veía sólo su parte
pero según se leían sus quejas uno podía imaginar igualmente las quejas de su
mujer como si se tratara del reflejo de un espejo, siempre es así en las
parejas y más en los matrimonios, y más en los matrimonios con hijos, esas
relaciones se convierten en una especie de jaulas para ambos cónyuges que
consideran cada uno al otro como su carcelero.
Por otro lado el diario contenía una serie de inquietudes
sobre los hijos y su futuro, dudas sobre cómo enfocar de la mejor manera su
educación y temores a que cayeran presos de algún tipo de dependencia, algo hoy
en día tan habitual dado que el mundo moderno es mucho más peligroso por la
presión que las modas y la publicidad ejercen sobre la juventud. Bruttini se
hacía preguntas al respecto y parecía considerarse en cierta medida incapaz de
saber educar convenientemente a sus hijos o más bien se sentía impotente dada
su rebeldía.
Así avanzaba el diario día tras día, sin sobresaltos o
novedades, siempre con el mismo argumento, todo era cotidianeidad, todo era
reiteración, todo era monotonía, es decir, como la vida de cualquiera, un
rollo.
La vida se va complicando según avanzamos en ella, eso
parecía ser el leitmotiv del diario de Bruttini, de su lamento, de su pena,
porque se ve que el chico sólo escribía cuando se encontraba mal, como una
especie de terapia para tratar de exorcizar la ansiedad, una ansiedad
desconocida por las personas que le trataban, ni siquiera imaginada incluso por
sus más íntimos, porque Bruttini parecía todo menos ansioso o triste, y menos
aún melancólico, y eso era precisamente su diario, un canto melancólico,
triste, era como si Bruttini viviera en un permanente e inconsciente
desdoblamiento, por un lado la imagen que transmitía a los demás y por otro su
visión de la vida o por mejor decir su visión de su vida.
Tal vez por ese motivo Bruttini añoraba emociones más
intensas, un trabajo más emocionante, porque a nivel personal no tenía ninguna
motivación, es más, vivía agobiado entre compromisos, servidumbres, hipotecas,
obligaciones, exigencias, premuras…
Pobre Bruttini, y de Carballo había algo en el diario? Pues
no, ni una sola palabra, Carballo, su admirado Comisario Carballo según
Bruttini, brillaba por su ausencia, menos mal que Carballo no leyó el diario
porque seguramente se hubiera sentido decepcionado o tal vez incluso hubiera
considerado todo el afecto, la admiración y el cariño de Bruttini como una
falsedad.
O tal vez no fuera así, como el diario era sólo un cúmulo de
malas noticias y Carballo para Bruttini era más bien todo lo contrario, tal vez se nos ocurre pensar que por ese motivo Carballo no era mencionado en el diario, es una
hipótesis.
(continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario