Las semanas santas de mi infancia, qué diferentes a las de
hoy en día, eso eran semanas santas y no lo de ahora, recuerdo que se vivía de
una manera más intensamente religiosa, se respetaba ante todo el carácter
religioso de las festividades frente al carácter lúdico que ahora prima, pocos
piensan ahora en el significado profundo de la semana santa, de lo que supone
para los cristianos, por aquel entonces había un recogimiento, una
espiritualidad, unas creencias más arraigadas, más firmes, una comprensión mayor
del verdadero significado de la semana santa.
Frente al consumismo facilón, la búsqueda de la diversión,
de la evasión, del divertimento, frente a todo eso hay un fondo que con
frecuencia no queremos ver y en el cual no reparamos, el verdadero significado
de la pasión de Cristo, su ejemplo de sacrificio y de perdón, la redención que
supone su muerte de todos nuestros pecados.
Difícilmente algo que dura 20 siglos puede no significar
nada, las personas no somos tan tontas, eso está claro, al menos para mí y para
millones de habitantes del planeta.
Creer en Dios es algo íntimo, personal, no es nada que tenga
que ver con jerarquías eclesiásticas, preceptos, obligaciones, represiones,
pensamientos únicos, nada de eso tiene que ver con la fe que profesamos millones
de personas en todo el mundo, cientos de millones de personas, la fe es un
asunto íntimo entre los creyentes y Dios.
En mi caso la fe es algo connatural a mí, algo de lo que
sería imposible desembarazarme, y algo que para mí es beneficioso, que me
reconforta, me tranquiliza, me da paz, me hace comprender el mundo y ver en
todo un sentido que de otra forma no tendría, me quedaría como desnudo,
vulnerable, sin mi fe en Dios.
No concibo mi vida sin Dios y en estas celebraciones lo veo
aún más claro, su simbolismo me ayuda a comprender las enseñanzas de Cristo, su
ejemplo, su dedicación y atención por todos nosotros, su efecto balsámico sobre
mí, sobre mi alma, la fe en Dios es el bálsamo que todo lo cura, como hijo suyo
que soy recibo su amor, y ese amor me sana, me hace crecer, me hace pleno.
Pienso en Dios en estas fechas, en su sacrificio, y en el
sacrificio que pide de mí día a día, y en su entrega a los demás que llama a mi
entrega, en su generosidad, su ternura, su esfuerzo por conseguir de todos
nosotros que seamos mejores día a día, más comprensivos, solidarios, más
profundamente humanos en definitiva.
No hay ideología ante el cristianismo, ante su mensaje todas
las ideologías no son sino herejías, incluso las que más se le aproximan,
porque todas las ideologías están hechas por los hombres y en sus manos acaban
pervirtiéndose, por el contrario el cristianismo no está hecho por nadie, no
tiene autor, el cristianismo no es sino nuestra esencia de criaturas de Dios, porque
nuestra inmanencia, nuestra contingencia, nuestra alma, todo, es Dios.
Somos sólo Dios, lo queramos ver o no.
El paseante
Que genial, tío. Para que eso salga tienes que ser bien profundo. Y la profundidad misma, duele... pero....tambien llena, y esa llenura es Amor.
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