¡Dios, Jota, qué bueno
eres! ¡Cómo me haces pensar! Tienes razón, esto se va a convertir en un master escorpiniano, jajaja.
A ver si consigo explicarme
sin liarme demasiado. Vas muy bien encaminado en tu percepción de los
escorpiones. Pero no creo que seamos misteriosos. Para mí es bastante simple lo
que os atrae de nosotros, y lo has dicho tú mismo: la imposibilidad de
conquistarnos, la imposibilidad de atarnos emocionalmente hablando. Si el ser
humano en general no tuviera ese afán de conquista no os atraeríamos, es así de
sencillo.
Y ese afán de conquista
nace de la necesidad de sentirse necesario para la otra persona, incluso
imprescindible, diría yo. Cuando uno conquista a otra persona uno se siente
importante, valorado. Entonces el ego se expande, porque ver que otra persona no
puede “vivir” sin ti puede resultar muy halagador.
Sí, pero ¿por qué los
escorpiones no podemos ser conquistados?. Pues simplemente porque no somos
conquistadores. Sólo un conquistador puede ser conquistado precisamente porque
el mero hecho de necesitar conquistar demuestra que el conquistador “necesita” a
la persona conquistada para reafirmarse y valorarse como persona, es decir que
el conquistador, al conquistar, es a su vez conquistado, no sé si me explico.
Y nosotros no somos
conquistadores no sólo porque no dependemos de la valoración de los demás para
valorarnos a nosotros mismos, sino porque tampoco nos gusta que nadie dependa
emocionalmente de nosotros. Primero porque es una gran responsabilidad tener la
sensación de que la felicidad de otra persona depende de tu comportamiento, y
segundo porque como sabemos que eso es una falacia, es decir, que nadie puede
“darte” la felicidad, intentamos “abriros los ojos” al respecto.
La felicidad, aunque yo
prefiero llamarlo el “equilibrio”, depende de muchas cosas en la superficie,
pero en el fondo no depende de
nada. Yo puedo afectar a la superficie de ese equilibrio, pero desde luego no
influyo en absoluto en su fondo -en su centro-, porque dicho centro es inmutable. Cada persona ya nace con él. Un
bebé es equilibrio en estado puro, pero parece que en “esta” vida vamos
ocultando ese centro con capas y capas de prejuicios, esquemas, etiquetas,
expectativas y un largo etcétera que nos impide disfrutar del momento presente y
nos desvía de nuestro auténtico ser.
Tienes razón cuando dices
que nos dejamos llevar por la Vida, Jota. Eso es cierto. Básicamente a nosotros
nos resulta fascinante vivir, y, como tú dices, lo analizamos todo. Intentamos
desentrañar la Verdad, buscando y rebuscando en todo lo que nos rodea, al menos
intentamos no dejarnos engañar por lo que parece verdad. Pero sabemos que esa
Verdad última es imposible de abarcar por nuestra mente así que intuitivamente
decidimos rendirnos ante la Vida, dejar que ella tome el control, y,
curiosamente, con esa rendición nos vamos acercando un poco más a la
Verdad…
Nerea
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