Betyli, al gato le he puesto Betylo, verás Bety, es que
tiene tus mismos ojos y como además es negro y tú eres bruja he pensado que lo
mejor era rebautizarlo y llamarle Betylo, el caso es que le llamo Betylo y no
hace ni caso, bueno, igual que antes que le decía Negrito y tampoco hacía ni
caso, y es que los gatos no hacen ni caso, como tú, que por mucho que se te
diga sigues haciendo siempre lo que te da la gana como una fuerza de la
naturaleza, como el río rojo en China, el otro día vi un reportaje en la 2
sobre el río rojo y pensé en ti, tiene tu misma furia, sois igualmente
implacables, a tu bola, con tu corriente imparable que arrastra todo el limo
del fondo, de ese fondo de tu vida que es tu subconsciente que durante tanto
tiempo fue como el fondo tranquilo de un lago y últimamente se ha convertido en
un fondo revuelto que sale con furia a la superficie removido por la corriente
de tu frenético frenesí de vida, que quiere recuperar el tiempo perdido de un
momento para otro, cuando en realidad el tiempo no se recupera con frenesí
alguno sino sin hacer nada, porque el tiempo Bety, desengáñate, al igual que la
vida y la felicidad, no son sino tres ficciones, tres ficciones que creamos
dentro de nosotros y proyectamos fuera tratando de buscarlos lejos cuando en
verdad están muy cerca, en nuestro interior, y no tenemos más que alargar la
mano para alcanzarlos, pero no lo sabemos, o al menos no lo sabes tú, o al
menos no lo sabes por ahora. Porque el tiempo, la vida y la felicidad no son
sino tres impostores.
el paseante
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