jueves, 28 de junio de 2012

La réplica de la sombra a los celos.


Tienes razón, Jota, reconozco que no soy celosa, pero eso no significa que me resultes indiferente, como tú dices. Lo que pasa es que la forma de amar que defiendes es diferente a la mía. Las personas inseguras se dejan cegar por la pasión y no quieren ver la realidad porque “necesitan” a la persona amada, y como dependen de ella para ser felices quieren ser “necesitadas” de la misma manera. De ahí vienen los celos, que son sólo y exclusivamente fruto del amor propio. Cuando hay celos no quieres a la otra persona, solo quieres, como tú bien dices, anularla para poder dominarla, hacerla tuya, parte de ti, y cuando lo consigues se pierde por completo el enamoramiento, porque la persona que te enamoró cuando la conociste ha dejado de existir, se ha convertido en una prolongación de ti y ya sólo quedas tú.
Sin embargo, la persona segura de sí misma no está con la persona amada porque la “necesite”, sino porque al verla y valorarla como es, al dejarla ser, hay un enriquecimiento mutuo. Te aseguro que amar con los ojos abiertos es fascinante, porque observas cómo evoluciona el ser amado, cómo crece, cómo le influyes y te influye de manera natural. Esto, lejos de resultar indiferente como proclama Sócrates, es sumamente interesante. Yo creo que lo que nos enamora de verdad de alguien es algo que no está en nosotros, que no podemos ni debemos controlar, y sólo seguiremos enamorados mientras no sea nuestro.
¿De verdad te parece esta forma de amar más aburrida que la pasión cegadora que sólo desea estar con alguien previsible a quien manejar a su antojo? ¿En serio?
Personalmente prefiero dejarme sorprender a tenerlo todo bajo control, pero tal vez esto se deba a mi naturaleza incontrolable…

La sombra del paseante

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