miércoles, 27 de junio de 2012

El escritor es como Spiderman.


Uno se sienta delante del teclado del ordenador y escribe, cuanto menor es el propósito de escribir mejor es el resultado, menos forzado, más natural, más espontáneo, curioso.
Se diría que uno debe no tener ganas de escribir para escribir bien, o al menos mejor.
En la escritura como en la vida es mejor que las cosas sucedan sin intervenir demasiado, al final el resultado es mejor.
Sin propósito, pues, sin intención, sin forzar nada, dejándonos llevar, sin ganas de escribir, casi mejor con algo de desgana, no con una desgana total, claro, porque si así fuera no escribiríamos.
Uno no sabe ni lo que escribe pero va escribiendo, deja de ser él a través de la escritura y se convierte en sí mismo, se transforma en un ser invisible que a través de la escritura se hace visible para el lector.
Primero debe desaparecer y luego reaparecer en lo que escribe, así conecta con las musas más fácilmente, ¡qué escriban las musas!, mejor, son más interesantes que nosotros.
Si ves a un escritor haciendo la compra en el supermercado pierdes las ganas de leer su obra, pero es que su obra no es suya, su obra es de las musas, y las musas no hacen la compra nunca en el supermercado, se alimentan sólo de ideas.
Y después de todo esto llega un lector desconocido y te lee, pero bueno, en realidad no te lee a ti, lee lo que ha quedado escrito que es un reflejo de un momento dado de ti, y es el lector el que realmente escribe finalmente el texto, interpretándolo, llevándolo hasta sí mismo, y reescribiéndolo con su imaginación.
Es más fructífero y menos frustrante leer que escribir, pero hay un momento en el que uno pasa de lector a escritor sin saber cómo, y ya no puede volver atrás, se queda por siempre en escritor, es como un destino o una maldición.
Y uno escribe le lean o no, tenga ideas o no, le guste escribir o no, uno escribe como la araña teje su red, para tratar de atrapar moscas, las moscas son los lectores, y que queden enganchados a tu escritura.
La escritura es una tela de araña que trata de apresarte, y el escritor te acaba engullendo en un mundo diferente del que cuesta salir.
La pasión de la escritura, la pasión de la lectura, la pasión de las ideas, la pasión de la comunicación, la pasión de la seducción, la pasión del amor.
En el fondo el escritor sólo busca el amor de sus lectores, sentirse querido, acompañado, comprendido, consolado en el infortunio constante del mundo, y reconfortado en el placer de la belleza.
Te necesito lector, ámame por favor.


el paseante

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