No me apetece que
el rey abdique
No me apetece que el rey abdique, qué tonterías digo a
veces, parezco un niño, pero es que ante el rey me siento como un niño,
pequeño, débil, insignificante, y él es como un padre, bueno, previsor,
protector. Él estaba ahí, está claro, desde hace tanto tiempo, parecía que su
sola presencia hacía que las cosas funcionaran, que los problemas se
resolvieran, que todos estuvieran conformes, que no hubiera enfrentamientos,
que nos toleráramos, respetáramos, ayudáramos, entendiéramos, seguramente
porque el ejemplo que él nos transmitía era ése. No pretendo ser imparcial, ni
objetivo, ni ecuánime, es como pretender serlo cuando hablas de tus padres, a
mí se me cae la baba, les admiro, les considero superiores, un ejemplo, algo único
e irrepetible, y con el rey me pasa algo parecido, y con la reina también, en
cierto sentido han sido los padres de todos los españoles durante casi 40 años,
y no quiero ni pensar, mejor no hacerlo, cómo nos hubiera ido a los españoles
sin el rey, creo que todos tenemos una imagen de cómo somos, no nos podemos
engañar, y más teniendo en cuenta las difíciles circunstancias históricas que
le tocaron vivir al rey, está claro que sin él todo hubiera sido diferente, en
mi opinión peor, muchísimo peor, iremos viendo lo que el rey significaba a
partir de ahora, también es cierto que no me extraña que se vaya con la que
está cayendo y la que aún queda por caer, con la que se avecina, él lo ha
dicho, un relevo generacional, nuevas energías, otro ámbito diferente, su
misión está cumplida con creces, queda por ver si será reconocida como se
merece, aunque yo creo que sí, es tan obvio y abrumador su legado, su papel
capital en la historia de España y sus cualidades tan destacadas unido a su
saber hacer que pienso es muy difícil sustraerse a algo tan evidente.
Para mí el rey es una parte de mi vida y con su marcha esa
parte se cierra definitivamente, se cierran mis primeras ilusiones políticas,
mi búsqueda de referentes para una sociedad más justa, igualitaria, participativa,
para un mundo en definitiva mejor, la transición tan cacareada, sí, y el rey
como su motor fundamental, si algo fue es equilibrista en situaciones
difíciles, desfacedor de entuertos, restaurador de agravios, buscador de
concordias, armador de futuros, eso fue, eso pienso, mientras yo, ciudadano
incipiente y atareado, estaba por ahí abajo, intentando vivir bajo ese paraguas
que él propiciaba, bajo esas nuevas normas de convivencia, bajo esos valores
que él encarnaba.
Para mí el rey es algo enormemente positivo en mi vida y en
la de mi país, alguien con quién sólo cabe gratitud, alguien único,
irrepetible, una figura crucial, el padre político de todos los españoles.
Yo, humildemente, quiero hoy, mostrarle mi agradecimiento y
mi lealtad.
El paseante
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