Llegada a Madrid
Carballo llegó a Madrid una calurosa mañana del mes de
junio, no había color, donde esté este clima, eso se dijo Carballo cuando
después de 18 horas de vuelo aterrizó al fin en el aeropuerto de Barajas, mal
clima el de Vancouver, nada que ver con este sol, añadió Carballo complacido
mientras bajaba por la escalerilla del avión, sintiendo la intensa luz del sol
sobre su cara y el calorcillo reconfortante sobre su cuerpo. El vuelo había
sido un verdadero vía crucis, había regresado por Atlanta debido a no se sabe
bien qué problema técnico en el control de rutas aéreas, un cuento chino
seguro, el resultado fue agotador, sobrevolando Atlanta Carballo miró hacia
abajo, de qué le sonaba Atlanta?, se preguntó, ya está, se dijo, Escarlata, Lo
que el viento se llevó, Margaret Mitchel, miró fijamente por ver si quedaba
algo de la antigua mansión de los O’Hara pero ni rastro quedaba, nada que ver,
todo eran vías de circunvalación, puentes colgantes, coches y edificios enormes
que brillaban al sol de Atlanta como si se tratara de torres elevadas sobre la
superficie de Saturno, aquello era desolador, pero dónde estaba la magia del
viejo sur?, se preguntó Carballo, y la verdad es que cerró los ojos tratando de
no ver más en lo que había convertido el progreso algo tan emocionante como Lo
que el viento se llevó.
Y el viento fue el que hizo llegar el avión con más retraso
aún porque era un viento de cara, es decir, frenaba el avión, hubiera sido
mejor tener el viento de culo, con perdón, cuando al fin recogió el equipaje y
se metió en el metro, Carballo es sumamente ahorrativo, se sintió aliviado, al
fin en el subsuelo después de 18 horas en el aire!!!!!!!!!!, se dijo, aquello
fue para él como volver al vientre de su madre, de su madre ciudad, nunca mejor
dicho, su ciudad natal, al salir a la superficie en la boca de metro de Gran
Vía soltó un sonoro resoplido como si fuera un caballo de carreras después de
un gran esfuerzo y se prometió a sí mismo no volver a viajar en una larga
temporada, sobre todo no a Vancouver, tal vez sí a su pueblo, en Guadalajara,
en la tierra de El Quijote, de donde procedía Carballo, un Carballo quijotesco,
caballero andante de la policía.
Abrió la puerta de su apartamento, entró, estaba oscuro,
totalmente oscuro, y sintió un olor extraño, algo no andaba bien, pensó, cuando
de repente algo sucedió…
(continuará)
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