Yo también soy un personaje en busca de autor, y un autor en
busca de personaje al mismo tiempo, mientras no somos reconocidos por alguien
es como si no existiéramos, al menos desde un punto de vista teatral, y la vida
es eso, un puro teatro, bien lo supo ver Pirandello integrando al autor y a sus
personajes en la representación y sus conflictos, recientemente Polanski en su
película La Venus de las pieles hizo algo parecido, al final parece que el
personaje no es sino una proyección del propio autor, de sus más íntimos
deseos, necesidades, carencias, planteamiento radical que nos hace pensar,
mirar hacia dentro de nosotros mismos e intentar reconocernos siquiera sea en
ese juego de espejos ilimitado que es la vida, que es el vivir, ser conscientes
en definitiva de que todo es uno y todo está relacionado.
Vagar en busca de un autor, qué otra cosa es la búsqueda del
amor? Vagar en busca de un personaje, qué otra cosa es enamorarse? Ser
conscientes de este desdoblamiento del yo en el otro y asumirlo, integrarlo
para conseguir una relación de ida y vuelta que resulte enriquecedora, una
dinámica propia que nos nutra y nos haga crecer.
El autor va creciendo a la par que su personaje, y además el
propio autor es también personaje, un lío, es importante vivir esta situación
sin ser muy consciente de ella o quedaríamos paralizados, no hay nada peor que
ser consciente de que uno está representando siempre un personaje porque
sobreactúa, no es natural, hay pues que meterse en el personaje, vivirlo como
si no estuviéramos representando ni creando personajes, es decir, vivir como si
viviéramos y no vivir como si representáramos que es lo que en realidad
hacemos.
Tampoco quiero crearos ningún trauma existencial, no le deis
demasiadas vueltas y la obra de Pirandello mejor verla representada que leerla
porque te vuelve un poco loco tanto desdoblamiento, segunda lectura y rebeldía
de los personajes, rebeldías que no son sino las del propio autor.
El paseante
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