jueves, 14 de agosto de 2014

Mis padres (2).



A mí me parecen guapísimos, y no creo que sea pasión de hijo precisamente, siempre lo ha sido, y además de guapos elegantes, de casta le viene al galgo..., ellos son los culpables de mi llegada a este mundo aunque seguramente mi llegada estaba dentro de un plan divino superior, algo mágico, supranatural, de ellos tengo mucho, bueno, tengo todo, según pasan los años cada día tengo más de ellos y puedo rastrear en mí la pista de lo que proviene de uno o proviene del otro, se equilibran o desequilibran en mí esas dos fuerzas en ocasiones contrapuestas de sus influencias en carácter, sensibilidad, ideas, valores..., soy ellos 100%, y a través de ellos soy también mis ancestros con algunos de los cuales he tenido una gran proximidad y afinidad como mi abuela paterna.
Lo que más me ha llamado la atención de mi relación con ellos según he ido haciendo balance con los años es su confianza en mí desde siempre, deben conocerme bien, nunca han tenido temor a que me descarrilara, me excediera o no fuera responsable en mis actos, nunca han dudado ni me han restringido o coartado, lo cual no quita a que hayan tomado decisiones respecto a mí en ciertos momentos, entendiendo que su sabiduría y conocimiento de la realidad era superior a la mía, cosa cierta en general, y tomándolas siempre anteponiendo mi bien, lo que ellos consideraban como tal, y al final haciendo balance hay que concluir que siempre han tenido razón en todo, pero eso lo he ido viendo con los años y la experiencia de vivir.
Uno primero está muy unido y depende mucho de sus padres en la infancia, en la adolescencia se separa de ellos, se rebela, quiere vivir su aventura, experimentar la vida, pero con el paso de los años vuelve a ellos, son un puerto seguro donde refugiarse de los temporales de la vida, ellos son siempre el cariño, la palabra tierna, la comprensión, el desvelo, el amor.
Teniendo unos padres así es difícil que el resto de la humanidad, salvo contadas excepciones, no te defraude, han puesto el listón tan alto...
Pues hasta aquí este balance de vida tan unida a mis padres, hasta aquí este testimonio de mi amor por ellos y de mi necesidad de ellos.
Y nada más, hoy cumplo 54 años, qué pasada, me parece mentira haber llegado a esta edad, se ve que la naturaleza humana es resistente en ocasiones pese a tanto desamor como hay en el mundo, por eso precisamente por su amor es por lo que mis padres siguen alimentándome, ahora espiritualmente.

el paseante


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