miércoles, 27 de agosto de 2014

La historia de Cachemir continuación (Un asesino en las calles 51).




51 – La historia de Cachemir continuación

Bruttini al subir de la calle de tirar la basura y entrar en la buhardillita ni se percató de la entrada del gatito, tan abstraído iba en sus pensamientos de subcomisario o en sus pensamientos de crossdresser, no se sabe bien en cuáles, o tal vez en ambos, antes de acostarse se tomó su vasito de leche, tenía esa costumbre, Bruttini no el gatito, que aún no tenía confianza suficiente para eso, y se acostó sin percatarse tampoco de la compañía del minino que acurrucado a su lado ronroneaba de placer, y cómo fue que Bruttini no se percató del ronroneo?, es sordo acaso?, nos preguntamos, pues muy sencillo, porque se creyó que lo que sonaba era el motor del frigorífico, como la buhardilla era tan pequeña la nevera estaba al lado de la cama, muy a mano por si de noche le entraba apetito, y así pasaron la noche los dos, durmiendo juntos sin saberlo, Bruttini se dedicó a soñar con su mujer, con Maritzia la castradora como él la llamaba, la cual le perseguía en sueños cuchillo en mano por las calles de su pueblo, y también soñó con que le perseguían los admiradores que tenía en el Diva’s Club, intentando conseguir de él algún inconfesable placer sexual, el cual él, pese a ser ya una afamada crossdresser, se resistía a dar, debido a que en esos momentos salía el subcomisario que llevaba dentro. El gatito se dio cuenta enseguida que su futuro dueño no se encontraba bien por la de jadeos y vueltas que daba en la cama, y pensó que debería poner en orden la cabeza de Bruttini a fin de que con cariño y ternura volviera a tener confianza en sí mismo y en la vida.
La mañana les pilló a los dos profundamente dormidos, apenas abrió los ojos Bruttini pudo ver encima de su pecho una mancha negra, intentó aclararse la vista frotándose los ojos pero fue inútil, la mancha seguía allí, la dio un manotazo y el pobre gatito cayó al suelo y lanzó un débil quejido, como era muy listo, el gato, no Bruttini, decidió hacerse el muerto, y así fue como Bruttini alarmado pensó que había matado a un pobre y lindo gatito, intentó reanimarle, le subió a la cama, le ofreció leche en un platillo, pero todo era inútil, no reaccionaba, el gatito mientras le miraba por el rabillo del ojo y pensaba que era su oportunidad de conseguir hogar definitivo y de paso hacerle un favor, el favor inmenso de su compañía y cariño a el alma cándida, incomprendida y solitaria de Bruttini, el cual hizo intención de llevarle al veterinario dado que no se reponía, lo cual fue adivinado por el gato poniéndose de inmediato sano a fin de no pasar por semejante suplicio. Los días siguientes fueron como la seda, por la noches Bruttini no podía dormirse hasta que el gatito se subía con él a la cama, y desde que con él durmiera no volvió a tener pesadillas sino sueños plácidos y deliciosos en los cuales se sentía henchido de paz y felicidad, realizando hazañas de subcomisario o de crossdresser, según correspondiera, y así iban pasando los días sin que al gatito le faltara de nada y Bruttini hubiera recuperado de nuevo la felicidad que ya había olvidado hasta que un buen día…

(continuará)


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