jueves, 7 de agosto de 2014

La lectura del fin de semana. La máscara de Ripley. Patricia Highsmith. 1970.




El libro lleva 20 años en mi poder, desde que se editó en España, creo recordar que lo leí inmediatamente después de El talento de Mr. Ripley, ahora lo releo, apenas recuerdo nada pero compruebo de nuevo las razones que me llevan a adorar a la Highsmith, su magistral manera de escribir tan suya, tan propia, tan particular, lo leo en el metro camino del trabajo por las mañanas y en ocasiones interrumpo la lectura y saboreo lo que acabo de leer como un bocado exquisito, lo paladeo, me deleito, intentando sacar todo su sabor, todos sus matices, todo su aroma, y me quedo fascinado con el mundo que recrea como si estuviera formando parte de la acción y viviera allí, en ese mundo, junto a Tom Ripley, o mejor aún siendo él o cualquiera de los personajes, tan bien captados, retratados, desmenuzados psicológicamente de una manera tan interesantemente amena y ligera a la vez.
El encanto añadido para mí de esta novela es que versa sobre el mundo del arte, las falsificaciones, las dobles identidades, y, por qué no decirlo, los asesinatos, a Tom Ripley más vale no cruzárselo en el camino porque si uno se descuida y se atraviesa en sus planes puede acabar fácilmente enterrado en el jardín de su casa, rodeado eso sí de crisantemos, glicinas y tulipanes cultivados por él mismo, todo un detalle.
Aún no lo he terminado, es tanta la intriga que voy demorando acabarlo para poder mantener el suspense y que mi imaginación haga cábalas sobre el desarrollo de la trama que vendrá, pero nunca acierto, he de reconocerlo, la Highsmith sabe bien cómo sorprenderme siempre, toca en mí esa fibra sensible de manera tan sublime que parece fuera yo mismo, algo propio de todo gran escritor, ser a la vez arte y parte, escritor y lector a la vez.

El paseante


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