jueves, 21 de agosto de 2014

La historia de Cachemir (Un asesino en las calles 50).




50 – La historia de Cachemir

La primera noche que Bruttini durmió en su recién estrenada buhardillita antes de acostarse decidió bajar la basura, le daba pereza tener que subirse luego los cuatro pisos de escalera pero decidió bajar, había restos de pescado y con el calor que hacía el olor por la noche se hubiera hecho insoportable en el reducido habitáculo de la buhardilla, apenas se vistió para bajar, como era ligeramente exhibicionista jugaba a provocar con frecuencia, a dejarse ver de forma ligeramente obscena o sensual, a seducir si se presentaba la ocasión con sus artes de gran diva que aunque fuera de servicio en ese momento siempre conservaba su punto de provocativo glamour, bueno, todo esto lo pensaba él de sí mismo, no sabemos bien lo que pensarían los demás al verle, tal vez a unos sedujera, tal vez a otros dejara indiferentes lo más seguro. Pues bien, como iba diciendo bajó la basura y al ir a tirarla oyó detrás de los cubos de basura un tímido y débil sonido que escuchando más atentamente notó era de un minino, un gatito pequeño a juzgar por el tono tan bajo y el hilo de sonido que apenas era audible.  A Bruttini los gatos le daban igual, siendo como era un chico de pueblo las veces que había reparado en un gato había sido para tirarle una piedra o darle una patada, ya se sabe lo insensibles y brutales que son con los animales en los pueblos de España, baste ver la barbarie de las corridas de toros para darse clarísima cuenta, pues bien, aquello que había detrás de los cubos no era un Mihura precisamente, Bruttini no dedicó a aquel sonido ni un pensamiento, le era indiferente la suerte de un pobre animalito abandonado como buen hijo de la madre patria España que era.
Pero no sabía bien Bruttini en qué medida aquel fortuito encuentro había de cambiarle la vida y hasta qué punto no volvería a ser nunca más cruel e insensible con los animales después de aquella noche.
No se dio cuenta abstraído como iba en sus pensamientos que el gatito le seguía decidido, se coló detrás de él en el portal y silenciosamente fue subiendo la escalera de altos peldaños a trompicones como pudo dada su escasa talla y poca fuerza debido a la desnutrición, fue al abrir la puerta de la buhardilla cuando el gatito se le adelantó y se coló a la velocidad del rayo en la casa sin que a Bruttini le diera tiempo a reaccionar, y ni corto ni perezoso el pobre y atrevido animalito se fue directo a la cama de Bruttini que ya tenía abierto el cobertor y se acurrucó de un brinco entre las sábanas y las almohadas no sin antes lanzar un profundo resoplido de reconfortante agradecimiento, alivio y bienestar.

(continuará)


No hay comentarios:

Publicar un comentario