La mayor enemiga de Cony dentro de la empresa era Tipi, una mujer de mediana edad entrada en carnes, pelo ralo, prominentes gafas y escaso sentido del humor, no soportaba a Cony por envidia, envidiaba su talle esbelto, sus rasgos perfectos, su mirada seductora, su astucia, su inteligencia, ella era a su lado como una pelotilla, parecía que en lugar de andar iba a echar a rodar, se la tenía jurada a Cony, Tipi era amiga además del gran jefazo lo cual complicaba mucho las cosas para Cony, por eso Cony se enrolló con Murdog, al fin y al cabo Murdog era parte de la red, la mafia, la camarilla, como quisiera denominarse, y ellos eran los que mandaban, conseguían lo que querían, sexo, dinero, poder, podían hacerte la vida realmente imposible, por ese motivo Cony no tuvo más remedio que pegarse a la pestilente bola de sebo de Murdog.
Brown con frecuencia se preguntaba cómo lograrían hacer el
amor Murdog y Cony, le resultaba imposible pensar que alguien con ese volumen
corporal pudiera tener sexo con otra persona, se imaginaba además el pene de Murdog como una especie de pilila infantil que no servía para nada, apenas un
diminuto colgajo escondido debajo de la inmensa barriga, y qué haría Cony con
aquello se preguntaba Brown, debía de ser repugnante además de muy dificultoso llegar
a tener sexo con Murdog, a Brown le parecía una verdadera pesadilla, pero estaba
claro que algo harían, Brown se imaginaba posturas, imaginaba el cuerpo de
Cony, sus perfectas proporciones, su rosada piel de tacto de seda, deslizarse
de alguna manera por entre los escondrijos de aquella masa informe de carne
pegajosa, entre aquel aliento putrefacto, entre aquel olor corporal del diablo,
bajar hasta las profundidades del sexo de Murdog y meterse la abyecta pilila
entre sus carnosos labios carmesí, entre sus preciosos dientes como de marfil,
tomarlo con su suave y cálida lengua y lamerlo hasta que la pilila exhausta
exhalara su repugnante jugo.
Pobre Cony pensaba Brown pero luego se arrepentía de sentir
pena por ella, tenía lo que se merecía, ella se lo había buscado, en lugar de
estar junto a él que la hubiera dado todo, estaba junto a una morsa hedionda
que la explotaba y hasta la haría entregarse seguramente a otros de la red,
Brown estaba convencido de que Murdog hacía que Cony se prostituyera, que hiciera
favores sexuales a destacados miembros de la red a cambio de su impunidad, pero
Brown sospechaba que eso no podía durar y que un día se acabaría todo de mala
manera, de la peor manera.
(continuará)
Brown desde Vancouver
Capítulos anteriores:
La verdadera historia de Cony y Brown (1). Brown no quería ya a Cony.
La verdadera historia de Cony y Brown (2). La puta barata de Cony.
Próximas entregas:
4 - Los botines rojos del jefe.
5 - Robert y Philip eran muy amigos en apariencia.
6 - También estaba Peny, el cubano.
7 - El marido de Cony.
8 - El reencuentro entre Cony y Brown.
9 - Ellos jugaban a provocar.
10 - Hacer el amor con Cony.
11 - La muerte de Cony.
Capítulos anteriores:
La verdadera historia de Cony y Brown (1). Brown no quería ya a Cony.
La verdadera historia de Cony y Brown (2). La puta barata de Cony.
Próximas entregas:
4 - Los botines rojos del jefe.
5 - Robert y Philip eran muy amigos en apariencia.
6 - También estaba Peny, el cubano.
7 - El marido de Cony.
8 - El reencuentro entre Cony y Brown.
9 - Ellos jugaban a provocar.
10 - Hacer el amor con Cony.
11 - La muerte de Cony.
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