lunes, 3 de febrero de 2014

Hola, soy la sombra del paseante.




Hola, soy la sombra del paseante ¿os acordáis de mí?. Os preguntaréis dónde he estado todo este tiempo. La verdad es que no sé muy bien qué me ha pasado. Yo no quería irme, no quería abandonar a mi paseante, pero notaba que él se iba iluminando cada vez más, que recibía luz por los cuatro costados y que yo, inevitablemente, me iba haciendo cada vez más pequeñita. Así que antes de desaparecer del todo, decidí retirarme dignamente de su lado y transformarme en lo que soy ahora: una sombrilla. La sombrilla producida por una sombrilla de playa. Ese reducto redondo y fresquito donde refugiarse del calor. La sombrilla del paseante.

Sí, Jota, me he convertido en tu sombrilla. Ya no te sigo a todos lados porque no me necesitas. Ahora me limito a dar vueltas alrededor de un palo al son que dicta el sol. Y aunque echo de menos mis paseos contigo, creo que esta nueva forma que he adoptado está más acorde con mi naturaleza, tranquila y reposada. Tú eras demasiado inquieto para mí.

Pero no te preocupes, que aunque ya no te persiga, quiero que sepas que siempre estaré ahí, esperándote bajo la sombrilla con las varillas abiertas. Porque aunque seas cada vez más sabio tienes que tener cuidado, Jota. No seas ambicioso. Demasiado conocimiento quema la ilusión por vivir, igual que la arena caliente quema tus pies. Siempre hay que dejar algún misterio por resolver, alguna idea por desarrollar, así que cada vez que sientas que el calor de tu mente y de tu espíritu empiezan a asfixiarte, ven corriendo a tu sombrilla para sumergirte en el refrescante vacío de este agujero negro en el que me he convertido…

La sombrilla del paseante

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