Cualquiera puede
opinar, opinar es fácil, es gratis, pero si te toca vivir el tema directamente
supongo que es cuando de verdad te enfrentas a su complejidad, lejos de
dogmatismos o de visiones sectarias, lejos de planteamientos rígidos, de imposiciones.
Yo tengo mi
opinión como cualquiera, una opinión un tanto simple, superficial, dogmática
también, a la cual me acojo ante un tema tan complejo para salvaguardarme precisamente
de su complejidad, para ponerme a buen recaudo de poder caer en la cuenta de que
las cosas no son tan simples como uno quiere hacerlas parecer, simplificar el
aborto, ése es el peligro más común, el mal más extendido, y tanto en una
dirección como en otra, aunque me cueste decirlo por yo ser partidario sólo de
una dirección.
Tampoco importa
demasiado lo que uno piense, importa lo que piense la mayoría, hay que
aceptarlo se quiera o no, y no me estoy refiriendo a la mayoría política sino a
la social, hay temas que la política vuelve complejos y que en la mente de las
personas son mucho más simples desde hace mucho tiempo.
Mi contacto con
el tema aborto es muy débil, directamente sólo en dos ocasiones lo tuve frente
a frente, la primera con 16 años, una compañera del colegio se quedó embarazada
en el viaje de paso de ecuador de COU, nunca dijo de quién era, decidió feliz y
convencida tener el hijo, y no le quedaba además otra alternativa salvo ir a
Londres, y aún así hubiera sido imposible, era menor de edad y corría el año
1976.
La segunda vez
me afectó más de cerca, tenía entonces apenas 30 años y mi novia de entonces me
comunicó que creía estar embarazada, por la cabeza se te pasan muchas ideas
cuando la paternidad es algo no buscado, seguramente no deseado en ese preciso
momento.
Me pregunto qué
hubiera pensado yo, que hubiera hecho yo en el lugar de mi compañera de
colegio, me pregunto que hubiera pensado, deseado, hecho si la noticia de mi
novia no hubiera acabado en una falsa alarma.
Tener un hijo no
es cualquier cosa, implica asumir una serie de responsabilidades, prescindir de
un tipo de vida y asumir otra.
La moral marca
unas conductas ejemplares basadas en unos principios, pero el problema está en
dónde ponemos el foco, para unos esos principios son diferentes que para otros,
y luego está la libertad personal, la libertad de elección que puede también
chocar con esos principios morales, cada uno tiene su propia ética, si bien
ésta debe ser moderada por la moral de una sociedad refrendada en su
ordenamiento jurídico.
La vida es un
bien protegible, pero habrá que establecer a partir de qué momento se entiende
que hay vida, lo científico junto con lo moral junto con lo jurídico.
Y luego subyace
el tema religioso, la moral católica, inevitable en España, lógico, y el
dogmatismo que de ella deriva, su intransigencia y lo que es más grave, que
algunos políticos se convierten en sus adalides sin darse cuenta que no pueden
imponer su moral al resto de la sociedad más plural, abierta, ecléctica.
Al menos ahora
no es ningún estigma ser madre soltera, cuando yo era joven aún era algo que se
escondía, vergonzante, un pecado.
Por ahí hemos
ganado algo, por ahí y por el uso de medios anticonceptivos, cuando yo era
joven no existían los preservativos, creo que con eso está dicho todo, y cuando
tenía 30 años no todas las farmacias vendían preservativos, muchos
farmacéuticos no los vendían por cuestión moral, y si los pedías en cualquier
farmacia era un número, te miraba todo el mundo como si fueras el anticristo.
Podemos imaginar
lo que era ser madre soltera en ese contexto tan represivo, en esa moral tan
rígida, o por mejor decir, en esa doble moral tan rígida.
Parece que
estamos un poco volviendo a planteamientos un tanto rígidos que recuerdan esas
épocas ya felizmente pasadas, hoy en día los preservativos se venden en los
supermercados y las mujeres solteras recurren a bancos de inseminación.
Hoy en día hemos
alcanzado, no sin esfuerzo, un grado de libertad considerable aunque no total,
claro, no debe ser total, porque del otro lado tenemos la vida del nasciturus,
un bien protegible que no forma ya parte del derecho a decidir de la madre por
muy madre que sea, porque ha concebido una vida independiente y esa vida merece
ser protegida ante su indefensión por el ordenamiento jurídico, el Estado y los
jueces.
Tema complejo
donde los haya el del aborto, en el cual seguramente todos tenemos en corazón
partido y comprendemos todas las posturas porque todas tienen su grado de
legitimidad, y difícil equilibrio el de los legisladores además de tremenda
responsabilidad y controversia moral de fondo.
He de reconocer
que para llegar a escribir esto he tenido que luchar contra la fiera
antiabortista que llevo dentro, contra mi dogmatismo y mis más arraigadas
creencias religiosas.
El paseante
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