LOS CELOS
Vale, paseante, quieres que te
hable de los celos ¿no?. Pues ¿sabes que te digo?, que le preguntes a tu “novia
literaria”. Sí, sí, a Nerea. Claro que qué va a saber esa de celos, con lo
segura que “parece” de sí misma. En cualquier caso, pregúntale a ella, yo no te
voy a decir nada al respecto. Colaboraría contigo sin problema si me juraras y
perjuraras que me prefieres a cualquier otra, que soy la mejor sombra que has
tenido en tu vida, que te encanta dormir a mi lado en las noches de luna llena,
cuando su luz me coloca acurrucada a tu espalda… Pero, fíjate, aunque me aseguraras
por lo que más quieres, que me quieres más que nada, no te creería y ¿por qué?
te preguntarás, ¿qué motivos me has dado para desconfiar de tu palabra?. Pues
ninguno, tengo que decirlo. Pero no podría creer que alguien como tú se hubiera
fijado en mí, en una sombra etérea que pasa desapercibida por el mundo sin
dejar más huella que un dudoso frescor y su fugaz oscuridad. Sí, soy insegura,
¿qué pasa?.
…Uy, perdona, Jota, has debido de
pasar por debajo de otra sombra y esa interferencia me ha provocado un ataque
de celos…¿de qué querías que te hablara?
La sombra del paseante
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