La Gran Vía en verano es un verdadero espectáculo de luz y color, muy sensual, la ciudad se carga de energía a través de su arteria principal, la Gran Vía.
Y es una energía sexual, libidinosa, no podía ser de otra manera, porque realmente es ésa la única energía que existe, la que impulsa todo, incluidas las demás energías, que son sus sucedáneos y derivados.
Y es que sin el sexo el mundo no se movería, ni siquiera saldría el sol por las mañanas.
El sol sale para calentarnos y en sexo para lo mismo.
¿O no?
¿Os imagináis vuestra vida sin sexo?
¿Que no tenéis sexo ya?
Eso no puede ser, así no se puede vivir, ir a daros una vuelta por la Gran Vía en hora punta que seguro encontráis algo, o mejor dicho alguien.
Siempre hay un roto para un descosido, en la Gran Vía especialmente.
Es la calle de los rotos y los descosidos, por eso se liga tanto.
Y además llena de guiris.
No sé si he escrito bien lo de guiris, da igual, me entendéis igual.
Summer time en la Gran Vía, sí, claro, y no dejéis pasar la ocasión, os está esperando esta calle este verano, la calle más bonita de Madrid, para abrazaros y haceros sentir el placer de vivir en su abrazo cosmopolita, frenético, electrizante y febril.
Febril con esa fiebre mezcla de sol y sexo que tiene el verano, la Gran Vía es como el Gran Canal de Venecia, lleno de luz, color, y en lugar de góndolas, coches, y en lugar de palazzos, oficinas, pero llena de turistas igualmente, y despertando los sentidos de todos los que por ella pasan a la vida y al amor.
¿El amor?
¿No había dicho sexo?
¿Por qué decimos amor cuando queremos decir sexo?
No lo sé.
Es lo mismo, el amor sin sexo no es amor y el sexo sin amor no es sexo, aunque sólo se ame por un instante.
Gran Vía, amor mío instantáneo como el café de sobre.
Besos,
el paseante de la Gran Vía
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