Tienes razón, Jota, reconozco que
no soy celosa, pero eso no significa que me resultes indiferente, como tú
dices. Lo que pasa es que la forma de amar que defiendes es diferente a la mía.
Las personas inseguras se dejan cegar por la pasión y no quieren ver la
realidad porque “necesitan” a la persona amada, y como dependen de ella para
ser felices quieren ser “necesitadas” de la misma manera. De ahí vienen los
celos, que son sólo y exclusivamente fruto del amor propio. Cuando hay celos no
quieres a la otra persona, solo quieres, como tú bien dices, anularla para
poder dominarla, hacerla tuya, parte de ti, y cuando lo consigues se pierde por
completo el enamoramiento, porque la persona que te enamoró cuando la conociste
ha dejado de existir, se ha convertido en una prolongación de ti y ya sólo
quedas tú.
Sin embargo, la persona segura de
sí misma no está con la persona amada porque la “necesite”, sino porque al
verla y valorarla como es, al dejarla ser, hay un enriquecimiento mutuo. Te
aseguro que amar con los ojos abiertos es fascinante, porque observas cómo
evoluciona el ser amado, cómo crece, cómo le influyes y te influye de manera
natural. Esto, lejos de resultar indiferente como proclama Sócrates, es
sumamente interesante. Yo creo que lo que nos enamora de verdad de alguien es
algo que no está en nosotros, que no podemos ni debemos controlar, y sólo
seguiremos enamorados mientras no sea nuestro.
¿De verdad te parece esta forma
de amar más aburrida que la pasión cegadora que sólo desea estar con alguien
previsible a quien manejar a su antojo? ¿En serio?
Personalmente prefiero dejarme
sorprender a tenerlo todo bajo control, pero tal vez esto se deba a mi
naturaleza incontrolable…
La sombra del paseante
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