Sueños
Llegó al hotel y se acostó, antes pidió al servicio de
habitaciones un Jack Daniels con hielo, su whisky favorito desde siempre, y su
mejor somnífero, bebió un trago largo y se quedó dormido profundamente y
comenzó a soñar, al principio soñaba cosas extrañas irreconocibles, absurdas,
luego el sueño fue teniendo un sentido, tomó un argumento, al comienzo no muy
claro pero poco a poco Carballo fue viendo la escena con claridad, estaba
sentado en un teatro de la ópera viendo un ballet, el lago de los cisnes, cómo
no?
Pero en escena sólo había un único bailarín sobre el
escenario desierto, y sonaba la música, esa música…, el lago, de una manera
repetitiva, monótona, implacable, como si se tratara del bolero de Ravel, el sonido
iba in crescendo, parecía que iba a estallar la orquesta, y también parecía que
iban a estallar las mallas del fornido bailarín que poseía una piernas
hermosamente musculadas con las cuales hacía unas piruetas y saltos
inverosímiles desafiando la ley de la gravedad en un alarde atlético magnífico,
de una forma un tanto embarazosa escuchó a sus dos compañeras de butaca, las dos
jóvenes vestidas elegantemente, que hacían un comentario un tanto subido de
tono sobre el paquete del bailarín que quedaba obscenamente marcado de manera
exagerada por la apretada malla, también parecía que iba a estallar como la
música, el paquete iba igualmente in crescendo causando rubor entre el sexo
femenino asistente a la representación.
Aquello no tenía límite, de repente de manera imprevista la
orquesta calló y todo el teatro quedó en silencio, sus dos compañeras de butaca
se sonrieron con un sonrisita pícara, entonces el bailarín quedó de pie,
erguido sobre el escenario, solo, como vulnerable a los ojos de todos,
desprotegido, algo iba a pasar, estaba claro, hubo unos instantes de tensa espera
cuando de repente se oyó un estruendoso disparo que llenó la sala, Carballo se
despertó alterado, había sido una pesadilla horrible, sudoroso, con
palpitaciones, con miedo, se fue al baño a tientas y metió la cabeza debajo de
la ducha, súbitamente tuvo otra revelación, cada vez estaba más claro todo,
aunque de momento no supiera lo que estaba claro, el caso es que seguía
avanzando por el camino de la revelación definitiva, de la evidencia, del
acontecimiento que premonitoriamente le estaba cercando…
Regresó a la cama no sin antes tomar otro trago de whisky,
se acurrucó con el rostro enterrado entre la almohada y suspiró, quedó de nuevo
dormido inmediatamente y apareció el bailarín de nuevo, el silencio era total,
el bailarín permanecía erguido en mitad del escenario con una mano extendida
hacia el público y con u disparo en mitad de la frente, de golpe cayó sobre la
tarima del escenario como un muñeco de trapo desmadejado y la música volvió a
sonar con toda su grandiosidad, como un colosal y abrumador chorro de melancólicos
sonidos encadenados que envolvían el alma de una dulce tristeza.
(continuará)
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