martes, 13 de mayo de 2014

Camino del almuerzo (Un asesino en las calles 7).



Camino del almuerzo

Al día siguiente se fue a almorzar a Da Nicola, un restaurante italiano en la esquina de la calle del hotel, tenía que recuperar energías, había tenido una noche movidita, llena de pesadillas y se encontraba débil, fatigado, no había encontrado vuelo de regreso para Madrid hasta dentro de un par de días, estaba todo completo, así que decidió relajarse y disfrutar de ese tiempo de asueto a cuenta de la policía, al fin y al cabo era una decisión que habían tomado por él, la de separarle del caso aún antes de comenzar la investigación.

Se dirigía caminando por la calle hacia el restaurante pensando qué pediría, la especialidad eran las hamburguesas pero Carballo era vegetariano, pediría la hamburguesa de toffu y lentejas, estaba muy buena, daba el pego de ser verdaderamente carne sobre todo con el kétchup y la mostaza, el truco era echar bastante cantidad de kétchup y mostaza, se relamía como un gato pensando en su hamburguesa con patatas fritas y su vaso de cola bien fría, uhm…, qué bueno, de postre profiteroles as usual, con abundante sirope de chocolate, no tomaría café para no desvelarse, quería volver a soñar a la noche, sabía que esos sueños eran en realidad pistas de algo y quería cuidarlos.

Las calles de Vancouver son bastante solitarias, incluso las del centro en hora punta, el carácter de la gente no es tan sociable como en España, son más retraídos, aunque hacía una temperatura suave el tiempo estaba casi siempre nublado, había un chiste que decía que en Vancouver en verano cuatro de cada cuatro días llovía y en invierno cinco de cada cuatro, ja, ja, ja…

La ciudad era el colmo del civismo, la limpieza, las buenas maneras, la calidad de vida, nada que ver con Madrid, también influía la educación cívica, allí nadie tiraba un papel  al suelo ni ensuciaba nada, no había vandalismo, ni pintadas, ni mendigos, el nivel de renta per cápita era muy elevado, una vida aburrida, previsible, monótona, frente a tanta normalidad la tasa de suicidios era altísima y la de asesinatos también, esas mentes tan ordenadas al final estallaban de la peor manera, a fuerza de contenerse parecían demorar su furia que iba acumulándose hasta descarrilar de manera catastrófica.

Carballo caminaba despreocupado calle abajo con todos estos imprecisos pensamientos en su cabeza cuando de repente sintió que le sujetaban los brazos por detrás de forma violenta, un pensamiento cruzó rápido por su mente: me van a matar.

Se zafó violentamente de las manos que le aprisionaban, sacó el revolver del bolsillo interior de la americana, se dio la vuelva veloz y encañonó a su atacante con la pistola entre las cejas, a punto estuvo de apretar el gatillo que chasqueó débilmente cuando se quedó petrificado…

o   PERO BRUTTINI SE HA VUELTO LOCO, SE PUEDE SABER QUÉ COÑO ESTÁ HACIENDO AQUÍ, HE ESTADO A PUNTO DE MATARLE!!!!!!!!!!!!!!!

Bruttini temblaba al igual que Carballo que bajó el arma bruscamente, quedaron mirándose frente a frente, el pobre chico estaba a punto de echarse a llorar.

(continuará)

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