Tu voz entre otra
mil
La visión de algo así hay que dejarla reposar antes de tener
una opinión asentada sobre ella, sobre la película documental de Antonio Vega,
comprendo la opinión en contra de la familia, a nadie le gustaría ver a tu hijo
o a tu hermano retratado de esa manera aunque fuera cierto, hay muchas cosas
ciertas que es mejor que no se sepan, ésa es mi opinión.
Viendo la película uno no sabe bien cómo fue que Antonio
Vega llegó a cumplir los 50, caramba, se metía de todo, como suele decirse,
causa dolor contemplar su destrucción, es el mejor reportaje de lucha contra la
droga que puede imaginarse esta película, muy eficaz, el velo trágico de las
drogas oscurece un tanto toda la belleza de la música y la belleza de las
imágenes, uno está preparado para el éxtasis que le provoca la música de
Antonio Vega y el sobrecogimiento que le provoca el mito, pero sinceramente,
cuando aparecen en pantalla las escenas en los poblados marginales de la droga,
esa bajada a los infiernos descoloca bastante respecto de lo que uno espera,
uno prefiere esperar buenas noticias y considera a Antonio Vega una buena
noticia desde siempre, como un camarada generacional que ilumina con su
creatividad, su sensibilidad y su genio toda una época, un clásico de la poesía
y de la música, un icono indiscutible, un punto y aparte, un faro, un
referente, alguien que te conmueve profundamente.
No significa que la película no sea también reflejo de todo
eso, que lo es de una manera brillante y muy adecuada, medida, sin concesiones facilonas
al mito, sin tics propagandísticos ni exageraciones, pero el lado oscuro aterra
y al final, haciendo balance, pesa mucho más por su desoladora fuerza visual,
ese infierno resulta demoledor, y el resultado de aniquilamiento intelectual y
físico sobre el cantante algo que produce rabia contemplar.
No está uno preparado para ver eso, sea conveniente o no,
apropiado o no, uno se siente concernido, identificado con ese personaje cuyas
adversidades hacen que caiga en el mundo de la droga que por otro lado tenía al
alcance de la mano, que le rodeaba.
Trágico destino el de numerosos personajes de la movida,
trágico destino el de este personaje que no es un personaje más de la movida
sino un genio único, irrepetible, y un ser humano excepcional.
Y es este último punto, el de lo buena persona y lo generoso
que era lo que conmueve incluso por encima de ese río caudaloso y fértil,
inagotable, de su genio artístico único, esa bondad, esa fragilidad, esa
vulnerabilidad, ese niño débil agazapado siempre detrás de esa mirada rota, y
detrás de él la sombra de la madre, la protagonista con sus declaraciones de toda
la película, su hilo conductor, esa madre detrás de la cual está cualquier
madre, me parecía estar escuchando a la mía cuando hablaba la madre de Antonio
Vega sobre Antonio Vega, esa confesión sobre el hecho de que ella nunca llegó a
comprenderle profesionalmente, que nunca llegó a valorar su arte, y sin embargo
siempre le comprendió desde un punto de vista personal y le admiró como persona,
precisamente por esa bondad que ella a buen seguro supo poner en su corazón, y
esa contenida confesión de la madre diciendo que las últimas palabras que
Antonio dijo antes justo de morir se dirigieron a ella que le estaba
preguntando cogiéndole la mano, qué me dices?, no me dices nada?, y él
contestó: que te quiero mucho.
Ese niño que se había acabado al cabo de 50 años y que no
había dejado de ser eso, un niño, pero que había entretanto tocado las
estrellas y nos había hecho subir hasta ellas a todos.
El paseante
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