Despertar de la
siesta
Cuando Carballo se despertó de la siesta miró directamente a
la camita de Bruttini y se sobresaltó, el chico había desaparecido, fue al baño
pero nada, miró en la terraza y tampoco, sabiendo lo dado que era Bruttini a
las bromas miró también debajo de la cama por si se había escondido pero tampoco
estaba allí, Carballo no pudo evitar comenzar a preocuparse, sus negros
presentimientos le hacían mantenerse en un estado de permanente alerta.
Se asomó a ver el atardecer sobre el mar desde la terraza de
la habitación intentando relajarse un poco,
pero dónde diablos se ha ido?, no conoce Vancouver para nada y además
está recién llegado y lo lógico es que hubiera dejado una nota para no
preocuparle, aunque Bruttini era tan descuidado y desconsiderado en ocasiones
que cualquier cosa podía esperarse de él,
se decía a sí mismo Carballo.
Mirando el horizonte del mar desde la terraza de la
habitación apenas podía distinguir nada, el sol deslumbraba con sus últimos
rayos ocultándose tras la línea del horizonte, pensó que tal vez había ido a
nadar y se había ahogado, pero era difícil porque el mar estaba en absoluta
calma. Tal vez Bruttini no supiera nadar
pero siendo siciliano eso era bastante improbable.
Perdido en sus pensamientos Carballo se ponía siempre en lo
peor, decidió, no obstante, intentar dejar la mente en blanco y justo en ese
momento apareció un punto en la playa que imperceptiblemente se iba acercando
desde la distancia, la playa estaba casi desierta, el punto se aproximaba,
parecía un corredor de footing, enseguida pensó si se trataría de Bruttini que
aprovechando que Carballo dormía había salido a hacer algo de ejercicio, y así
era, enseguida distinguió al chico con una estrafalaria cinta en la cabeza
sujetándole el pelo y cruzándole la frente a modo de turbante, vaya pinta para
todo un subcomisario, pensó fugazmente el comisario Carballo, al momento llamó
a la puerta Bruttini y Carballo fue a abrirle, al hacerlo se quedó petrificado
mirando las fornidas piernas de Bruttini ceñidas por una malla igual a las que
llevaba el bailarín con el que soñó, aquello fue la culminación de la
revelación que poco a poco había ido concretándose, el bailarín del sueño era
en realidad el alter ego del Bruttini que estaba por llegar y la muerte del
bailarín en el sueño era una premonición de la muerte de Bruttini, miró a
Bruttini, a la cinta que llevaba sobre la frente, tapaba justo el lugar del
impacto de la bala en la frente del bailarín de su sueño, Carballo sintió un
escalofrío de terror.
-
Qué tal comisario? Decidí ir a hacer un poco de
ejercicio para intentar despejarme, la playa está deliciosa con el atardecer.
-
Bruttini, debió avisarme, estaba preocupado por
usted.
-
Estaba tan dormido Comisario que pensé que
era mejor no despertarle.
-
Por cierto, Bruttini, está hecho un toro.
-
Comisario, estoy participando en un programa a
nivel mundial de entrenamiento personal de desarrollo corporal monitorizado,
pesas, gim jazz, maratón…, gracias a esta pulsera que llevo en la muñeca se
pueden seguir mis progresos y los de todos los participantes en facebook.
-
Bruttini, nunca dejará de sorprenderme.
(continuará)
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