El teatro de la
ópera de Vancouver
Quien haya estado en Vancouver sabrá bien lo que es aquello,
la palabra espectacular se queda corta, es simplemente fascinante, como de
cuento de hadas, y encima ir a ver el lago, su lago, el lago de los cisnes,
Carballo se moría de la emoción, un poco antes se había comprado un smoking
barato en unos grandes almacenes, lo cierto es que le quedaba como un guante,
según se acercaba al teatro no podía dejar de mirarse en las lunas de los
escaparates, pensó para sí que ni el mismísimo George Clooney luciría mejor,
cosas de Carballo que aún no faltándole razón pues era un hombre de una gran
elegancia, era también, no obstante, un tanto narcisista, todo hay que decirlo.
La sombra de Behrens le perseguía, no podía quitarse ese
triste recuerdo de encima, esperaba que tal vez el ballet lo borrara. Llegó a
la sala con el tiempo justo, al enfrentarse antes de entrar con la bella
ornamentación del pórtico del teatro sintió una punzada en el corazón, como si
una lanza le traspasara el alma, era de nuevo esa sensación de intensa, de
conmovedora, de sobrenatural belleza, como una premonición de lo que iba a
encontrar dentro, el arte más elevado, Tchaikovski, su Tchaikovski querido, ese
genio indiscutible que alargaba su sombra sobre la música de todos los tiempos
como el punto de partida de una nueva era, y el lago, su lago, ese lago en el
que remansar su alma tan dolida en esos momentos…
Apenas entró en el atrio comenzó a oír cómo la orquesta
estaba afinando los instrumentos, dieron el último timbrazo y una voz desde la
megafonía pidió que se ocuparan los asientos, la función iba a comenzar, pasó
por entre los de su fila disculpándose con una sonrisa, sonrisa que le
devolvieron ampliamente sus dos vecinas de butaca, dos jovencitas elegantemente
vestidas que a su paso cuchichearon algo entre ellas.
Y empezó a sonar aquello, y Carballo sintió como su espíritu
se turbaba, se elevaba a otro plano, se hacía etéreo, inmortal, puro, y
recuperaba de nuevo su originaria prístina belleza, increíble, qué música, se
dijo para sus adentros y se vio transportado a un más allá del que sólo
regresaría al terminar la función, era tanta su necesidad de todo aquello que
cuando la función concluyó no se dio ni cuenta, tuvo que ir a decirle un bedel
que iban a cerrar la sala que por favor debía salir, estaba como zombie, nunca
lo hubiera pensado, aquello era extraño, nunca le había pasado nada parecido,
no al menos hasta ese extremo de embelesamiento, y es que había tenido, lo
sentía, una revelación durante la función, algo había sucedido dentro de él, un
verdad se le había revelado y era algo que ahora debía descubrir, es decir, la
revelación ya se encontraba en él, en su mente, pero a nivel subconsciente,
ahora tenía que aflorar al consciente, y el momento en que esto sucedería si es
que llegaba a suceder era un misterio… Él no podía hacer nada, sólo esperar.
(continuará)
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