Lisboa
Escucho el tic tac del agua
Evaporarse de tus piedras
Hasta formar, cual clepsidra del tiempo
La nube de amor de tu belleza
Escucho esas tempestades del tiempo
Que sobre ti se ciernen
Y deshacen la polvorienta vida
Llena de olvido y razón
Escucho, te escucho siempre
En la distancia de mi recuerdo perdida
Por entre los rincones de un barullo de escarchas
Detenidas en el suave susurro de la alondras
Y vive en ti una razón profunda que no eres tú
Como un alma ajena a ti, lejana de ti
Espectral y llena de un triste sentimiento de amargura
Que me asfixia de emoción
Y vuelvo, y vuelvo, y vuelvo
A escucharte siempre muda de sonido alguno
Como si no existieras ya
Y sólo mi recuerdo te contuviera
Presa de mí por siempre, atrapada sobre acantilados
formidables
Colgada de las nubes
Eternas vagabundas del amor
De mi amor perdido por entre las estrellas
Esas luces olvidadas que me miran siempre sin verme nunca
Esperando tal vez que yo como tú un día ya no exista
Más que en el recuerdo perdurable
De alguien que un día también me quiso
José Ramón Carballo
23 de mayo de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario