O mejor decir, llega tu recuerdo.
La locura de tu recuerdo reflejado en todas las cosas.
Incesante, errabundo, frenético, tu recuerdo que me busca por donde vaya, que me encuentro en cualquier lugar, por cualquier motivo, con cualquier disculpa.
Tu recuerdo, ese lecho mullido en el que me recuesto a ser feliz sin darme cuenta de nada más.
Y va pasando la vida a mi alrrededor como un espectáculo vano porque yo sólo quiero tu recuerdo, el recuerdo de tu amor.
Cada día, perdido entre las cosas, perdido entre la luz, busco, incesante tu recuerdo, como si de un trabajo incesante se tratara, y te veo en cualquier lugar, y te veo aún sin verte porque te siento en el mundo como quién respira el aroma de una flor.
Porque tú eres para mí eso.
El perfume del mundo.
Y sin ti, sin tu existencia, el mundo para mí no tendría sentido.
¿Cómo podría librarme de tu recuerdo?
Dímelo.
Eterno entre las cosas vivo sólo de tu recuerdo.
Eterno entre las cosas vivo sólo de tu recuerdo.
el paseante
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